Por Néstor Espinoza
"Soy un peruano,
nacido en el Perú. Mis ancestros
vinieron con los conquistadores. (Sic). Yo quiero lo mejor para el Perú y por supuesto voy a
insistir de que el proyecto (Conga) se dé. Ese es el entusiasmo de un peruano
que quiere que a su país le vaya bien".
Esto ha dicho el empresario
minero Roque Benavides en el X Simposium del oro. (iEl oro!). Hermosas palabras
que emocionan hasta las lágrimas.
Pero, hoy por hoy, se
dan dos maneras de ver, mirar y sentir al Perú: Una que viene desde los
ancestros de Extremadura hasta la descendencia de los conquistadores; la otra,
la de los cholos nativos, descendientes de los quechuas de la civilización
inca.
La visión de Benavides
no coincide, no puede coincidir jamás, con la visión que los cajamarquinos
tienen de su propia realidad y Conga.
Por desgracia, el oro se
ha convertido en la pesadilla de Cajamarca, tanto ayer como hoy, de nuestra
Cajamarca natura y Cajamarca hombre.
Ya lo hemos dicho, la escena
de Pizarro y Atahualpa, con el oro de
por medio, que se dio en Caxamarca, hace más de 400 años, después de 400
años o más, se vuelve a repetir también en Caxamarca (la tinta se nos calienta)
esta vez entre la descendencia de Pizarro y la de Atahualpa (léase entre Roque
Benavides, Valdés, Ollanta versus G. Santos, P. Arana, W. Saavedra y su
"cholada").
La primera vez que
llegamos a Cajamarca, recorrimos sus tiendas,
mercados y restaurantes rebosantes de queso, leche, mantequilla, manjar
blanco, alfajores. Luego visitamos parte de sus campiñas tan planitas y
verdes, que más nos parecían ser unas mesas de billar, con sus vaquitas
ñatas y de grandes ubres y sus campesinos de sombrerazos de paja. Toda
una estampa viva. Cuánto gozamos con su belleza.
Esta es nuestra forma de
vida serrana, andina, entre el surco y la crianza, con los ojos llenos de la belleza
de mama pacha, Y queremos seguir viviendo así y que no se nos violente con
ambiciones desmedidas de oro de la empresa privada; y queremos seguir disfrutando
de lo nuestro en nuestro propio suelo. Y si existe República que se nos respete
como ciudadanos, no somos minusválidos mentales, ya no vamos a permitir más colonia.
El gobierno y la minera
"Yanacocha", en yunta, están obcecados y obsecuentes en convencer a
los comuneros de Cajamarca de las bondades de la minería de alta tecnología,
con estudios de impacto ambiental,
porque según ellos los campesinos las ignoran y, por su ignorancia, no las
entienden y las rechazan.
Cuando son los pros
mineros los que no entienden lo racional y se aferran a la irracionalidad de su interés puramente
monetario. ¿Qué quieren? ¿Qué los comuneros se convenzan de que es bueno lo que
ellos no quieren por dañino?
No conocen el mundo
andino y si lo conocen un poco, no lo entienden, menos lo aman. Hablan del animismo en el mundo
andino como de algo fuera de lugar, empinados en su saber científico
occidental, sin entender que bajo ese animismo subyace la única filosofía
posible de salvar al planeta de su colapso total por obra del saber occidental.
Ellos, los campesinos,
no viven en lujosas residencias, con sus carros 4x4 y dineral en el banco,
ellos viven en otras alturas, junto al lago, al río y la lluvia, es decir,
junto al agua con la que riegan sus surcos y beben con sus animales y con los
silvestres. Y ellos nunca vienen a avasallar la vida de los ricos.
Resulta un lapsus o
mañosería que está minera, que ha devastado y pretende devastar más lagunas,
perjudicando a los indígenas, detente un nombre quechua como “Yanacocha”, el
que debe traducirse al castellano no sólo como “laguna negra”, sino más
metafóricamente como “ laguna muerta”.
No nos parece ético, es
un crimen de lesa naturaleza, un desprecio a la belleza, matar una laguna. Y
sólo los ogros del oro pueden ser capaces de perpetrarlo.
Todo el Ande debería
ponerse de pie en defensa de Cajamarca.
Y si hace más de 400
años fue en Cajamarca que empezó el aplastamiento invasor al pueblo andino, en
Cajamarca tendrá que acabar. Cerca de quinientos años no vamos a estar en la
misma vaina. Amén.
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