lunes, 8 de junio de 2015

Periodismo falaz

Por: Segundo Matta Colunche

Periodismo falaz (pinocho)
Mientras el grupo de la concentración mediática en nombre de la “libertad de expresión” propone que fuerzas armadas utilicen armas para disparar al cuerpo de ciudadanos que expresan opiniones contrarias al extractivismo salvaje, fiscales de Arequipa a través de una resolución impide a periodistas opinar sobre conflictos mineros en los medios de comunicación. Aplausos para el periodismo falaz.

Los últimos hechos ocurridos en Cajamarca y diferentes regiones del país obligan a expresar nuestras opiniones probablemente parcializadas sobre el comportamiento de algunos hombres de prensa. Quienes asumimos responsabilidades informativas comprendemos que uno de los principios rectores del periodismo es la pluralidad acompañado de actitudes éticas que van más allá de posturas personales o de grupo. El periodista tiene sentimientos, emociones y por lo tanto su actuar engrandece o envilece a tan noble profesión. Por justicia el pueblo tiene derecho a estar informado y el periodista no puede callar o esconder hechos que van contra los Derechos Humanos (asesinatos, violaciones, torturas, humillaciones); jamás podría negar su sensibilidad ante las injusticias (discriminación, hambre, pobreza, desigualdad); no podría tolerar que mentiras sea bandera de reivindicación, o por decir que la miopía alcance el pregón de la verdad. “El periodista debe ser rebelde de un mundo desigual e injusto”, decía el uruguayo Eduardo Galeano.

En democracia la diversidad se respeta aunque sea contraria a la nuestra (periodista), es aceptable que opiniones de un periodista tengan cierta dirección – “el periodismo históricamente jamás fue neutral e independiente, pero lo que nunca debe faltar es la pluralidad para acercarse a la verdad” (Taufic). La verdad absoluta es discutible, sin embargo creemos que debe estar a la altura para dignificar la profesión. La ética también es discutible, pero es un principio que su causa encaminó las grandes revoluciones sociales del mundo.

En el Perú vivimos momentos complejos sobre el comportamiento de los Medios de Comunicación, analizar los acontecimientos puede llevar a simpatía de algunos y rechazo de otros. La naturaleza dialéctica del pensamiento humano. Los grandes medios de la ilegal concentración dedican páginas completas a deslegitimar las propuestas alternativas al modelo neoliberal, llegan al extremo reaccionario de llamar a las fuerzas armadas a disparar con armas letales a ciudadanos que se manifiestan contra el Gobierno Central y empresas mineras trasnacionales: Aldo Mariátegui (Perú 21).

Si la derecha reaccionaria aplaude a Aldo Mariátegui cuando este hace hincapié de sus odios al movimiento social y progresista expresándose como un asiduo discriminador, igual en Cajamarca los pocos que apoyan a Yanacocha aplauden las infamias de Luis Mego. No cabe duda la diferencia. El primero defiende con ideas fascistas el modelo, mientras que el segundo con argumentos falaces el orgullo de una trasnacional deslegitimada.

César Hildebrantd decía en uno de sus artículos publicados en su semanario: “…no quiero ser periodista”, se refería a la forma como se hace periodismo en el país: “…infamia a cambio de la verdad, cinismo provocador a cambio del conocimiento, verborrea de la pantalla o el micrófono a cambio de ética y decencia, chismografía y hartazgo a cambio de investigación seria, troll’s y mentiras a cambio de debate serio y responsable”.

Es casi nulo ver en las pantallas, páginas, espacios radiales o en las redes sociales a quienes ejercen el periodismo hacer de la profesión la más noble de las profesiones. Ya no están los programas políticos, culturales y de sano entretenimiento; sangre y falacias recorren los horarios; no hay entrevistas y debates sobre el desarrollo del país, “problemas y posibilidades” como decía Basadre.


Los programas informativos se han convertido en farándula y policiacos (hurracos y sangre marcan la pauta estelar). Las infamias están a la orden del día y sus anunciantes deambulan las redes como línea de trabajo. Estamos sin dudad ante un periodismo falaz.