Por Segundo Matta Colunche
Han pasado 2 años de gestión
del presidente Ollanta Humala, y lo que más resalta de su gestión es leyes y
acciones incoherentes con sus promesas de campaña. En los primeros meses se
arrodilló a las trasnacionales agrupados en la CONFIEP, SNMPE y Cámara de
Comercio de Lima. Ese cambio ha marcado la dirección de su gobierno ahora.
Haciendo historia:
En los primeros meses de
gestión de Humala en Cajamarca estalló el proyecto minero Conga. La prometida defensa
del agua se convirtió en “Conga Va” o en “oro y agua”, en represión al pueblo
que lo eligió y denuncias por doquier a dirigentes y autoridades regionales. Terminó
el 2011 con grandes bajas, sus principales
colaboradores, varios de ellos, indiscutibles técnicos y profesionales políticos,
renunciaron al gobierno y por ende al “nacionalismo”.
Pasaron los días y vino la
mano dura de Oscar Valdés con resultados más lamentables: cinco muertos en
Cajamarca, cientos de heridos, denunciados y perseguidos; el gabinete Valdés respondía
estrictamente a estrategias de Newmont-Yanacocha. Los gerentes de la cuestionada
empresa minera se atrevieron a hacer una conferencia de prensa en el mismo
palacio de gobierno y algunos ministros terminaron siendo agasajados con
pasajes aéreos en avionetas personales.
Mientras esto sucedía en el
seno del gobierno, las protestas de solidaridad con Cajamarca se multiplicaban
en varias regiones del Perú y principales países del mundo. Todas las
plataformas de lucha se orientaban a la defensa del agua, Nuevo Modelo de
Desarrollo, Nueva Constitución, Proyecto Nacional de Desarrollo y otras de
índole reivindicativas, mientras que por el otro lado nos mostraban la cara más
criminal de la represión.
¡Así se consolidaba la
traición de un presidente!
Valdés cayó por añadidura. Fue
el típico autoritario y defensor a ultranza de las mineras. Las botas de
militar quiso ponerlas en un gobierno democrático. Terminó como deberían
terminar los fascistas y autoritarios: deslegitimados y rechazados por el
pueblo. No duró mucho, Cajamarca tumbó a su segundo gabinete de Humala.
Asumió la presidencia del
Consejo de Ministros Juan Jiménez Mayor -con perfil de ser un hombre
“dialogante”-, se nombró a Vladimiro Huaroc -alto comisionado de la PCM para el
tema de conflictos sociales-; No hicieron otra cosa que responder al poder
económico y las trasnacionales mineras.
Se demostró una vez más que
el control del gobierno está en manos de la CONFIEP.
Con el gabinete actual se ha
consumado una serie de leyes incoherentes, tan discriminatorias como en las
peores épocas de la república. La Ley del Servicio Militar Obligatorio (OMS),
Ley del Servicio Civil, Aportes obligatorios a las AFPs, Repartija para nombrar
integrantes del Banco Central, Defensoría del Pueblo, y Tribunal Constitucional,
etc., que luego serían revocados por la sociedad tras el rechazo en
multitudinarias movilizaciones.
Adónde va Ollanta? La respuesta
es clara.
Va a integrar la “Derecha
Bruta y Achorada DBA”, porque la derecha intelectual, como diría César
Hildebrandt, tiene mejores candidatos. Ollanta no lo representa, sus
incoherencias solo pueden ser apoyadas mientras dure su gobierno; no trabajarán
para ubicarlo de nuevo. El final el humalismo será como moribundo independiente.
Desparecer. Toledo y Perú Posible es un ejemplo de ello.
Allá va Humala. Las encuestas
pueden expresar algo de ello, las rechiflas a la salida del estadio nacional en
Lima también son expresiones. Sin duda mínimos en comparación a la desconfianza
general de la población.