Por Segundo Matta Colunche
Desde que
aparecieron los sondeos de opinión o encuestas, éstas describen el temperamento
de la población sobre una determinada coyuntura, con más fuerza se observa en
campañas electorales, que valiéndose de sus séquitos auspiciadores distorsionan
la opinión pública. En otras palabras dirigen al electorado.
La última encuesta
de DATUM publicada en el diario favorito de los insultos y falsedades, Perú 21;
pese a direccionar las interrogantes, se observa que la población tiene una
posición firme sobre cambio y continuismo, en algunas respuestas tienden a
poner nuevamente en debate la participación activa del Estado en asuntos
estratégicos como la administración del petróleo, el gas y empresas que fueron
destruidas por las privatizaciones.
A la pregunta: ¿cree
Ud. que el crecimiento económico del país en estos últimos años se debe al
esfuerzo e impulso privado o se debe a la acción del Estado?, pregunta
claramente direccionada dando ventajas a la primera -“impulso privado”-, sin
embargo, pese a todo la respuesta es: 46% piensa que se debe al “impulso
privado”, 30% dice por acción del Estado y 18% considera a ambos.
Este resultado nos
permite hacer el siguiente análisis: pese a la poca o nula participación del
Estado en cuestiones estratégicas, la población sigue viéndolo como una
alternativa, además ve que el aporte del Estado y la empresa privada permite el
crecimiento sostenido de la economía. Si sumamos las dos percepciones últimas
podemos decir que el 48% de la población encuestada ve con buenos ojos la
participación del Estado y la empresa privada en la administración de recursos
estratégicos”, al cual el actual régimen abandonó por desidia y presión de la prensa
y la derecha.
En la misma
encuesta, a la pregunta ¿Siente que el gobierno está girando hacia la Gran
Transformación? La respuesta es: No está girando, 49%; sí está girando 38%.
Además se muestra una desconfianza en el presidente Humala; 58% dice que no
cree en la inversión privada, 35% si cree. El 83% piensa que su economía
mejorará por propio esfuerzo, 5% por dirección del gobierno y 12% piensa que
ambas. La población no tiene confianza en el Estado. Se necesita una auténtica
revolución, Nueva Constitución, Proyecto Nacional de Desarrollo y Nueva
República.
El 54% está en
desacuerdo con la compra de REPSOL (totalmente mediatizado) y el 37% está de
acuerdo que el Estado sea un ente promotor en la administración de nuestros
recursos estratégicos. ¿A quién hace caso Ollanta?
Indudablemente la
derecha pone la agenda al gobierno, cuando quiere y está a favor de sus
intereses lo eleva y cuando ve que posiblemente afecte sus arcas lo tumba –a
propósito- en las encuestas. En la encuesta el 54% aprueba la gestión
presidencial, 6 puntos menos de la encuesta de abril. ¿Le pasó factura la
intención de comprar REPSOL, o la falta de firmeza al momento de tomar una
decisión?
EL NEGOCIO DE LAS ENCUESTAS
Los resultados de
las encuestas se compran, se venden y se negocian como sucedió en la época
nefasta de la dictadura fujimontesinista: las empresas dirigían las preguntas,
manipulaban las cifras y distorsionaban la opinión pública, todo en absoluta
complacencia con sus medios aliados y opinólogos contratados.
Luego de la caída
de la dictadura, el pueblo puso al descubierto de los grandes negociados que se
hacían antes de publicar resultados de encuestas, la direccionalidad de los
medios para mediatizar al oponente y aplaudir la mafia y la corrupción; la
salita del SIN era el lugar ideal para orientar lo que deberían publicar, decir
y opinar los que manejaban la opinión pública.
Toda esta patraña
no se ha combatido al 100%, en pleno siglo XXI en que el pueblo lucha por
consolidar su democracia, con la auténtica participación del pueblo, existe
todavía la distorsión mediática y direccionalidad en las informaciones. Como
decía Raúl Wiener, “cuando te atacan, te atacan”. Dirimíamos “cuando atacan,
atacan, no importa la falsedad de lo que digan, persiguen un sólo objetivo:
mantener intacto el modelo neoliberal salvaje”.
ALIADOS DE LAS ENCUESTAS
En el Foro
Económico Mundial 2013, desarrollado en Lima en el mes de abril, los dueños de
la economía del mundo aplaudieron al Perú por el crecimiento sostenible,
mostraron como siembre a aliados dueños de la “encuestitis”.
Richard Webb,
presidente del Instituto del Perú de la Universidad San Martín de Porres y
expresidente del Banco Central de Reserva, dijo alegremente que: “el bienestar
de las poblaciones rurales es una verdadera revolución. Hay eliminación de
barreras geográficas, y según su opinión el factor más importante para el
desarrollo son los caminos, caminos, caminos”.
Estas afirmaciones
no dejan dudas, sino posiciones de defensa del modelo excluyente e ironizar la
felicidad de los peruanos. La pobreza en el Perú llega a 7 millones de
compatriotas y el 53% de pobres se ubican en la zona rural. ¿Los pobres gozarán
del bienestar social, que considera Webb que es una verdadera revolución?
PERFIL DEL PERÚ
El PBI en América
Latina crecerá en 3,5%; y en Perú y Panamá será del 6,3%; Impresionante verdad en comparación a EE.UU.,
Europa y Asia, sin embargo el falso crecimiento para los peruanos ahonda la
exclusión: de 144 países participantes del Ranking Mundial (Foro Económico
Mundial 2013), Perú se ubica con niveles bajos de competitividad, en el puesto
91 en relación a salud y educación primaria; educación y adiestramiento en el
puesto 80, institucionalidad 105, infraestructura 89 y capacidades tecnológicas
83. Realidades que determinan el perfil
de un país subdesarrollado.
La encuestas,
convertidas en “encuestitis” pueden decir que vivimos en el país de las
maravillas, que hemos pasado del 2010 hasta estos días del puesto 73 al 61
(alentador), que hay un clima macroeconómico favorable, que el Perú rankea el
tercio superior mundial en el puesto 21, que nos ubicamos en el 45 lugar del
desarrollo del mercado, que la eficiencia del mercado de bienes está en el
puesto 53 y que hay eficiencia del mercado laboral (puesto 45). Toda una
“verdadera revolución” como dice Webb, cuando en realidad hay necesidad de
mirar al Perú profundo con absoluta franqueza.
Este modelo quiere sobrevivir
al fracaso, utiliza todos los medios de
apoyo, pero el pueblo peruano tiene otra percepción como muestran sus
direccionadas encuestas.