La nueva lógica del control en la crisis.
Guerra
de Cuarta generación III: El rol de los medios como nuevo ejército represivo
del sistema
Por su altísimo potencial formador
y orientador de conducta social a escala masiva (conseguido a través de la
manipulación informativa) los medios de comunicación se han convertido en la
columna vertebral de las estrategias de dominio del sistema capitalista a
escala global. El papel que van desarrollar en la crisis social que se avecina.
Por Manuel Freytas (*)
Informe especial
A) Los dueños de las "noticias"
La función esencial de la empresa
mediática (los medios de comunicación) se define esencialmente por la
manipulación informativa orientada hacia el control de la "opinión pública", pero sus objetivos no
son sociales ni desinteresados como describe la mitología de la
"objetividad periodística".
Las famosas banderas
"éticas" del periodismo: imparcialidad, objetividad, libertad
de expresión, no son nada más que mitos
encubridores del multimillonario negocio mediático que moviliza a diario
el mercado de la información a escala global.
El proceso de fabricación y distribución de la información, no
está motivado por la necesidad de "informar" sino por la necesidad
capitalista de vender noticias
(el producto).
Para ello los
medios (al igual que cualquier empresa capitalista) generan necesidades masivas de consumo en la
sociedad (el mercado), y trazan estrategias informativas destinadas a favorecer
su crecimiento empresarial y posicionarse para competir con éxito en el mercado
(la búsqueda de ganancia).
En primer
lugar, la información es una mercancía
destinada a producir rentabilidad económica como cualquier otro producto
comercial en oferta en el mercado capitalista.
En términos
funcionales (y más allá de la leyenda que se fabrican a su alrededor) las
empresas periodísticas no están guiadas por fines sociales sino por la búsqueda
del lucro económico.
En segundo
lugar, y por el carácter estratégico de la función comunicacional que
desarrollan (desde el punto de vista de la preservación de la
"gobernabilidad" del sistema) los medios son herramientas claves para el control (y/o manipulación) de los procesos económicos, políticos y
sociales.
Los medios de
comunicación (al contrario de lo que pregonan sus mitificadores) no practican
la "objetividad informativa" ni la independencia editorial por dos
razones prácticas principales:
A) Son empresas
que no funcionan con objetivos sociales sino con objetivos comerciales sujetos a ley de la búsqueda de rentabilidad
capitalista.
B)
Su dependencia estructural
al sistema de poder económico que controla todos los resortes de la
producción, las finanzas y el comercio internacional, por encima de los países
y a escala planetaria.
El accionar
de los grandes conglomerados mediáticos (tanto a nivel local como
internacional) no está orientado -como se quiere hacer creer- a servir al interés
de la sociedad sino a servir al interés
de los grupos económicos y políticos dominantes que constituyen su mayor
fuente de financiación y rentabilidad comercial.
El poder
(tanto en los países centrales como periféricos del sistema capitalista
"globalizado") sólo invierte
dinero en los medios a cambio de una contraprestación de servicios.
En el negocio de la información, como en
cualquier emprendimiento comercial, los medios sólo trabajan para quien paga (o
puede pagar) por sus servicios "informativos".
Así como las
grandes corporaciones económicas fijan las reglas del mercado y forman los
precios, las grandes corporaciones mediáticas fijan las reglas y determinan a
diario (a través de la cartelización monopólica) lo que "es noticia" y lo que "no es noticia" en
el mercado de la información a nivel local e internacional.
La "valorización" de las noticias difundidas
a escala masiva no está determinada por la búsqueda del conocimiento o de la
compresión de los procesos económicos, políticos y sociales, sino por la
búsqueda de ganancias o por la defensa de intereses puntuales del sistema
(corporativo) del cual extraen el fuerte de su rentabilidad comercial.
Además de las
ventas al público y de las suscripciones, el grueso de la rentabilidad comercial del gigantesco y
multimillonario negocio de los monopolios periodísticos, se nutre
principalmente de dos fuentes de financiación:
A)
Los grandes grupos
económicos concentradores de la economía y del comercio exterior.
B) El Gobierno y los grupos políticos del
Estado capitalista (tanto centrales como periféricos).
La gran
tajada de rentabilidad de los conglomerados mediáticos es aportada por los
grandes consorcios bancarios, industriales o de servicios, que conforman la
porción mayoritaria de la "torta"
publicitaria pautada comercialmente en los monopolios de la información.
La relación
comercial que las empresas mediáticas mantienen con gobiernos y organizaciones
políticas (tanto en los países centrales como periféricos del sistema) se
establece en dos niveles funcionales:
1)
La publicidad
institucional (oficial) que los gobiernos pautan en los medios de la
corporación mediática a los fines de publicitar su gestión y generar consenso
electoral entre los diferentes grupos sociales.
2)
Las pautas publicitarias o
las diferentes vías de negociaciones en negro que los operadores
comerciales de los consorcios mediáticos (hegemonizadores y formadores de las
"noticias diarias") establecen con los políticos y partidos con el
objetivo de instrumentar operaciones de prensa en contra de sus competidores, o
en contra del propio gobierno, durante las campañas electorales.
Esta relación
de "supervivencia mutua"
con el establishment de poder (agregada a su función manipuladora y orientadora
de conducta social masiva) convierte a los grandes conglomerados mediáticos en
una herramienta estratégica clave para el control y orientación de los procesos
económicos, políticos y sociales que los tienen como protagonistas claves.
B) El
nuevo ejército represivo
Su altísimo potencial orientador y generador (a
través de la manipulación informativa) de
conducta social a escala masiva convirtió a la corporación mediática en
un instrumento irreemplazable para el dominio del sistema capitalista tanto en
los países centrales como periféricos.
La condición esencial para el funcionamiento del Estado
capitalista (tanto en América Latina como en el resto del mundo) se resume en
tres factores: Estabilidad económica,
gobernabilidad política y "paz social".
La "estabilidad
económica" garantiza el funcionamiento ordenado de la explotación
(y los negocios) capitalistas, y la "paz"
es el sostén de la "gobernabilidad"
del sistema a escala global. Cuando (a causa de algún conflicto de orden
social, político o económico) se altera alguno de estos tres parámetros, el
sistema activa inmediatamente mecanismos de supervivencia para recuperar el control político y social.
Esas tres condiciones son básicas para que el "sistema" (la estructura funcional) de los negocios y la
rentabilidad capitalista funcionen sin interferencia y no se alteren las líneas
matrices de la propiedad privada y concentración de riqueza en pocas manos.
Cuando por alguna razón se altera alguno de estos tres factores,
el sistema entra en crisis, y debe generar inmediatamente alternativas para preservar su supervivencia.
Por ejemplo en Latinoamérica, durante la Guerra Fría por aéreas de
influencia con la URSS, cuando la "subversión
comunista" (la guerrilla revolucionaria) amenazaba con la ruptura
de la "estabilidad económica", la "paz social" y la
"gobernabilidad", las corporaciones trasnacionales y el Departamento
de Estado activaban un golpe militar
con represión para restablecer el "orden".
Luego de la sustitución del dominio "duro" (militar) por
el dominio blando (democrático) tras la caída de la URSS, el fin de la Guerra
Fría y la desaparición de la lucha armada revolucionaria, los métodos del control político y social
para preservar la "gobernabilidad" del sistema ya no son militares
sino psicológicos.
El desarrollo tecnológico e informático de la era de las
comunicaciones, la globalización del mensaje y las capacidades para influir en
la opinión pública, convirtieron a las
operaciones de acción psicológica mediática en un arma estratégica de
importancia clave para el control político y social.
La etapa de la "colonización
de las sociedades" con el consumo
de productos, comenzada en la década del 60, posibilitó la era de la "colonización mental" con el
consumo de información
perfeccionada con el advenimiento masivo de Internet y de las comunicaciones
globalizadas en la década del 90.
Manipular, controlar, y convertir al individuo-masa en potencia
social direccionado con fines de control y dominio político-social es el objetivo estratégico clave de la
Guerra Psicológica desarrollada en los
medios masivos de comunicación.
La represión ya no se ejercita en forma de acción militar (suprimir y/o neutralizar al enemigo en forma
física) sino por vía de la acción
psicológica (captación de la voluntad y manipulación de conducta
colectiva).
A diferencia de los ejércitos militares, el ejército mediático no
hiere ni mata para reprimir, sino que
aísla y demoniza socialmente a los grupos que utilizan metodologías de
lucha social que perjudican la "estabilidad" (o sea, la rentabilidad)
del sistema capitalista.
Los objetivos del control social ya no se sitúan en un plano
visible y con presencia de brutalidad militar, sino en un plano invisible y sin
presencia de aparatos armados: La represión
militar (orientada a preservar la "gobernabilidad" del
sistema) fue sustituida por la
represión psicológica mediática (que orienta conducta social masiva en
la defensa de la "gobernabilidad" del sistema).
El dominio por medio de la represión militar -utilizado por las
antiguas dictaduras digitadas por Washington- fue sustituido por las campañas
masivas de acción psicológica mediática
orientadas a que la sociedad legitime
ese dominio en las urnas.
"Miro la televisión y luego
existo":
El axioma elemental del humano convertido en un microchip programado por las
trasnacionales capitalistas de la información.
Cuando el sistema capitalista trasnacional, por medio del mensaje
televisivo consumista, niveló un "modelo
único de pensamiento" a escala global, sentó las bases
psicosociales para el control político-ideológico por medio de la información
periodística manipulada por operaciones psicológicas.
El individuo-masa, o Alienado Programado (AP) fabricado por la TV,
se desarrolla en la primera fase de las operaciones
psicológicas-mediáticas-publicitarias imperiales orientadas a imponer la sociedad de consumo capitalista en las
áreas dependientes del Tercer Mundo, a fines de la década del 50, y experimenta
su máximo nivel de desarrollo con el advenimiento de la era de las comunicaciones informáticas globalizadas
a fines de los 90.
El Alienado Programado (AP)
es el prototipo de "hombre
universal" modelado por las políticas niveladoras consumistas
impuestas por las trasnacionales capitalistas a escala planetaria.
El AP de la era informática rompe definitivamente con la matriz
cultural del viejo "Estado nacional" y se proyecta como un microchip
nivelado del nuevo "Estado trasnacional" de las corporaciones
capitalistas que han divido el mundo en "gerencias de enclave".
El AP no está programado
para pensar (desarrollo reflexivo) sino para consumir productos capitalistas por medio de consignas
(eslóganes) y de imágenes sin ninguna relación entre sí.
Sus emociones y pensamientos (programados por el mensaje
televisivo) duran y se terminan con las imágenes en la pantalla: El AP es el
hijo de la "patria
televisiva" nivelada mundialmente como primer "agente
socializador" en remplazo de la familia, la escuela y las tradiciones
culturales de su lugar de nacimiento.
Mediante la manipulación y direccionamiento de conducta por medios
psicológicos el individuo-masa se convierte en "soldado cooperante" de los planes de dominio y control social
establecidos por el capitalismo trasnacional y la potencia imperialista
regente.
Es a la vez, víctima y
victimario, de las operaciones psicológicas, ya que se convierte en una
célula trasmisora tanto de planes de consumismo capitalista como de planes de
control y represión social manipulados sin el uso de las armas.
C) La nueva
lógica represiva
Quien observe atentamente el mapa político y social tanto de los
países centrales como de los periféricos, podrá comprobar que el uso de la
represión policial y militar de los (hoy reducidos y escasos) conflictos
sociales y sindicales es mínima y solo
se la utiliza en casos extremos.
Y eso tiene una explicación: Los gobiernos del mundo (técnica y
funcionalmente, gerencias de enclave de los bancos y corporaciones
trasnacionales) no se mueven dentro de un esquema militar (el viejo sistema de dominación) sino dentro de
un esquema político-democrático
(el nuevo sistema de dominación).
Por lo tanto, si caen en la tentación de reprimir policialmente,
la corporación mediática les arroja la sociedad en contra calificándolos de "represivos y violentos".
Los gobiernos que cometen el error de reprimir militarmente son
inmediatamente rechazados por la sociedad masivamente nivelada en la condena a " toda forma de
violencia", más allá de sus contenidos.
De la misma manera que en la década del setenta, los medios de
comunicación utilizaban la figura del "subversivo"
(como expresión de demonización social justificatoria de la represión
militar), hoy utilizan la figura del "violento
social" para aislar, deslegitimar y condenar socialmente las luchas
sindicales y sociales que atentan contra la "estabilidad económica",
la "gobernabilidad" y la "paz social" del sistema.
De esta manera, y a la luz del crecimiento desmesurado a nivel
global de los activos empresariales y de las fortunas personales (con su
contracara de pobreza y exclusión social masiva) se verifica aquel axioma que
expresa que "la paz es el negocio
del dominador".
Y prueba la efectividad de las técnicas mediáticas para controlar
las protestas sociales y sindicales con la lógica represiva de la
"antiviolencia" predominando
sobre las razones de los reclamos.
No importa que el que corte ruta sea un hambriento o un desocupado
(en el mundo hay 1000 millones de hambrientos y más de 2000 personas que viven
por debajo de las necesidades básicas), la opinión pública está masivamente
"adoctrinada" (por los medios de comunicación y sus conductores) para
rechazar (sin ningún análisis de las causas) las huelgas y los cortes de ruta
que generan "violencia
social".
La nueva estrategia represiva
tiene su matriz funcional en la nivelación
masiva de una conciencia y opinión "antiviolencia" que se
superpone a cualquier lógica de legitimidad o de justicia social expresada por
los grupos que cortan calles, rutas o hacen huelgas para reclamar por sus
derechos o por una mayor distribución de la riqueza.
Así como
durante las dictaduras militares se demonizaba al "subversivo" para
descalificar su proyecto de cambio del sistema capitalista por otro más justo,
a los que ahora hacen huelga y cortan rutas se los demoniza como "violentos" para
deslegitimar las luchas sociales por un mejor reparto de la riqueza.
En términos
concretos (y disfrazados de servidores públicos de la comunicación social), los
consorcios mediáticos que realizan el control político y social (en sustitución
de los militares) son auxiliares complementarios de la "Justicia"
(del sistema) en la tarea represiva, y el
sujeto a reprimir ya no es el "subversivo comunista" sino el
"violento social".
Se trata de una represión sin
fusiles, donde la acción militar es sustituida por la manipulación mediática en
alta escala orientada al direccionamiento
pasivo de la conducta social hacia los objetivos de preservación del
sistema capitalista.
En este
escenario, las fuerzas policiales y militares tienen como función principal: disuadir antes que reprimir, para
preservar a su vez, los acontecimientos que pudieran desbordar y alterar la
"paz social" del sistema.
Es así que el
gobierno que decide utilizar la fuerza policial o militar, también pierde
inmediatamente legitimidad política y apoyo social, tarea de la que se encargan
los propios medios de comunicación, cuya misión es preservar el "sistema
democrático" (de dominación capitalista) en los parámetros establecidos de la "estabilidad económica, la
"gobernabilidad política" y la "paz social".
D)
El control en la crisis
Hoy, la
ecuación que resume la supervivencia del sistema capitalista (estabilidad
económica, gobernabilidad política y "paz social") se encuentra
claramente amenazada por una "crisis global" resumida en tres
escenarios: Crisis financiera recesiva
mundial, quiebre de empresas, y despidos laborales cada vez más masivos.
El resultante
de ese proceso, por lógica interacción, amenaza con romper la "estabilidad
económica", la "gobernabilidad política" y la "paz
social" mediante procesos de protestas y conflictos encadenados que comienzan a extenderse desde los países
centrales a las áreas emergentes y subdesarrolladas del mundo
capitalista "globalizado".
El quiebre de
la "paz social", que
podría llegar a desarrollarse a escala planetaria (con el consecuente quiebre
de la "estabilidad económica" y la "gobernabilidad
política") coloca al sistema capitalista ante la alternativa de reprimir los conflictos y las protestas
sociales que comienzan a extenderse desde Europa a todo el planeta.
Pero el
sistema se enfrenta a una disyuntiva: El actual esquema de dominación y
explotación capitalista mundial, ya no se rige por la doctrina militar
setentista de la "seguridad
nacional" sino por la doctrina del "sistema democrático", y por lo tanto los actores de la
represión como los "alteradores del orden" cambiaron de identidad.
Hoy el
conjunto de la sociedad (a causa de la crisis recesiva global y sus emergentes
sociales), ya no está amenazada por el peligro de la "violencia subversiva" sino por el peligro de la "violencia social" expresado
en las huelgas y protestas masivas que ya se verifican en las metrópolis de
Europa, principalmente en los países más pobres del Este.
Consecuentemente,
los que hoy amenazan con quebrar el orden y la "paz social" (con
huelgas y reclamos sociales) ya no son los "subversivos" (contra quienes se dirigían los golpes y
la represión militar), ni tampoco los "terroristas"
de la era Bush (que sirvieron para legitimar las nuevas invasiones militares)
sino los "violentos"
que cortan rutas, calles, y pueden llegar a alterar el proceso de la
"gobernabilidad" a escala global.
La amenaza de desocupación masiva
es el núcleo esencial, el detonante
central de los conflictos sociales y sindicales que comienzan a
extenderse por vía de los bancos y empresas transnacionales que hoy ya están
despidiendo masa laboral tanto en EEUU, Europa como en los países emergentes y
subdesarrollados de Asia, África y América Latina.
Este proceso a su vez, y a medida
que avancen los conflictos sociales y sindicales producidos por la crisis, va a
impulsar una profunda restructuración
en la estrategia y en los métodos del control político y social "sin
represión" que los medios de comunicación venían implementando de
la mano de la democracia imperial.
Los ejércitos y los aparatos de
seguridad, que fueron relegados a un segundo plano por la estrategia de dominio
con el "poder blando", van a adquirir un nuevo rol represivo para contener a las protestas violentas
causadas por los despidos, las bajas de salarios y la imposibilidad de acceder
al consumo elemental para la supervivencia por parte de las mayorías que van a
ser desplazadas del mercado laboral y del consumo.
¿Pero cual va a ser el papel de
los medios represores durante la crisis social que se avecina?
En primer lugar, los medios
internacionales y locales ya se orientan a presentar la crisis encuadrada en la
figura del "peligro de caos
económico y social" que amenaza a la sociedad mundial en su
conjunto.
Así como en las anteriores etapas
de dominio asustaron con el "subversivo
comunista" y el "terrorista"
como potenciales causales de ruptura de la estabilidad económica, de la
gobernabilidad y la paz social, en el presente se orientan a presentar a los
conflictos sindicales y sociales (emergentes de la crisis) como causales de un
proceso de "subversión
social" que puede llevar al "caos
y a la ingobernabilidad" del planeta.
En segundo lugar, la experiencia
manipuladora-represiva de la corporación mediática va a utilizar la figura del "subversivo social"(Como
detonador del rechazo colectivo) para neutralizar, aislar y/o desactivar los
conflictos y movilizaciones sociales que empiezan a proyectarse como emergente
de la crisis financiera recesiva a escala global.
De la misma
manera, los ensayos que ya se están haciendo con el temor a la "subversión
social" sirve para configurar una nueva psicología masiva funcional a la represión policial que los
consorcios mediáticos van a instalar cuando estallen los conflictos sociales y
sindicales previstos para cuando el escenario de la crisis recesiva mundial
impacte como "crisis" social
a nivel mundial.
Con la teoría
y prédica de los "extremos violentos" encuadrados en la figura de "subversión social" (y
dentro de un esquema de democracia blindada), la corporación mediática prepara
el advenimiento y la legitimación de un proceso de represión policial de los
levantamientos sociales y sindicales derivados de los despidos y rebajas
salariales.
De nuevo van
a utilizar la lógica del "subversivo" (esta vez encarnada en las
víctimas sociales de los despidos y de la crisis alimentaria) para dividir las
protestas y generar nuevas alternativas
de dominio en "paz y democracia" combinando la represión
militar con gobiernos constitucionales.
Manuel
Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y
comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados
en la Web.