Por Segundo Matta Colunche
La Prensa Chicha, es, en síntesis, la versión peruana de la ya vieja “prensa amarilla” sensacionalista y vulgar. Su fin fundamental es “desinformar” y mantener ignorante de su realidad, a ciertos sectores de la población.
La Prensa Chicha, es, en síntesis, la versión peruana de la ya vieja “prensa amarilla” sensacionalista y vulgar. Su fin fundamental es “desinformar” y mantener ignorante de su realidad, a ciertos sectores de la población.
Según
el investigador Juan Gargurevich ésta tuvo mayor auge con la migración andina hacia
la capital. Fue la prensa “chicha” que llegó barato y hasta gratis a sectores
pobres. Indudablemente, tras ésta estrategia “publicitaria” estuvieron las
mafias y los poderes fácticos que gobernaron el país. Todo era borrón y cuenta nueva
ante las múltiples denuncias.
La
expresión más clara y descarada de la prensa chicha fue en la década del 90,
Fujimori-Montesinos utilizaron, no sólo para “informar” sobre sus supuestos
logros, sino para difamar, mentir y agredir mediáticamente a sus opositores
Andrade, Castañeda, dirigentes sindicales y sociales, líderes de izquierda,
iglesia que defendía los derechos humanos y todos quienes protestaban contra la
dictadura. Dictadura civil-militar y mediática.
Los
titulares de los grandes medios se dictaban desde el Servicio de Inteligencia
Nacional (SIN). Los medios chicha tenían un componente mediático ya conocido:
Prensa amarilla.
Poco
a poco fuimos conociendo como se manejaba el “poder” político-económico y cómo
desde las salitas del SIN se hacía trizas de la “La Libertad de Prensa y
Expresión”. Seguro que este manejo estratégico puede ser bien contado por los
Calmet, Crousillat, Wolferson, o los llamados “periodistas independientes” que
pasaban mensualmente por caja chica del SIN, dirigido por Vladimiro Montesinos,
hoy prófugos o presos.
Desde
entonces, hasta hoy; los periodistas son los más desprestigiados, junto a los
del Poder Judicial, Legislativo y Ejecutivo. En realidad hay razones
suficientes para que el pueblo cambie de opinión. La prensa de hoy, con raras
excepciones ya no tiene el poder que tenía en décadas anteriores. La pluma del
editor era la expresión más fina del poder mediático y la más respetada de la
inteligencia humana. Quizá exageremos compararla con los grandes
descubrimientos científicos y el fino pensamiento filosófico. El Periodista de
antaño utilizaba todas las áreas del saber humano para sus escritos
periodísticos. La verdad ante todo.
En
los encuentros regionales y macro regionales que organizaba la Asociación
Nacional de Periodistas del Perú (Bagua, Chiclayo y Lima), tuve la oportunidad
de conversar con distintos maestros del periodismo. Su desencanto de la
práctica actual fue evidente. Crisis de valores, crisis profesional y ética.
Si
esto sucedía y sucede en Lima, también la percibimos en provincias. Circulan
periódicos o semanarios sin propaganda, distribución gratuita. ¿Quién financia?
Es evidente, una de las empresas mineras más desprestigiadas del país utiliza a
universidades privadas (dueños ligados a las mineras y el fujimontesinismo)
para pagar “periodistas”, financiar “cajachos” o “tiempos” con la finalidad de
desprestigiar a líderes sociales, autoridades locales y regionales, quienes
luchan junto a su pueblo en defensa de los recursos naturales y su dignidad.
¿Es posible cambiar esta realidad? Sí. Esta prensa se ha desprestigiado tanto
que el pueblo ya no les cree. Construyamos la verdad y la justicia con una
auténtica libertad de expresión y de prensa al servicio del pueblo. Algunas
mafias ya cayeron, Fujimori tiene que pagar 200 millones de soles por
reparación civil por el caso de “diarios chicha”. El resto…ya caerá.