Por: Segundo Matta Colunche
Según cifras publicadas
por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), para el año
2011, en el Perú, el 20% más pobre de la población sólo captaba el 5.9% del
gasto total en consumo; sin embargo el 20% de los más ricos del país concentraba
el 44.3% del gasto en consumo total; mostrando de esta manera un dato
escalofriante: somos el país más desigual de Latinoamérica y junto al Caribe,
del mundo.
Adentrándonos en
estas cifras, “en el mundo, mil 200
millones de personas subsisten con un dólar al día, 925 millones pasan hambre,
114 millones de niños en edad escolar no van a la escuela; de ellos, 63
millones son niñas. Al año, pierden la vida 11 millones de menores de cinco
años, la mayoría por enfermedades tratables; en cuanto a las madres, medio
millón perece cada año durante el parto o maternidad. El sida mata cada año a
tres millones de personas, mientras que otros 2.400 millones no tienen acceso a
agua potable” (Fuente: ONU-FAO). Esta es una realidad que marca una clara
desigualdad social entre los que menos tienen y los ricos del mundo.
Frente a ello, en el
2000, en Nueva York-EE.UU, se realizó la Cumbre del Milenio a la que asistieron
189 países miembros de las Naciones Unidas, incluido Perú, para discutir la
forma en cómo poner freno a esta cruda realidad que afecta a los pobres del
mundo. Se definieron 08 Objetivos de
Desarrollo del Milenio (ODM): 1) Erradicar la pobreza extrema y el
hambre, 2) Lograr la enseñanza primaria universal, 3) Promover la igualdad de
género y el empoderamiento de la mujer, 4) Reducir la mortalidad de los niños
menores de 5 años, 5) Mejorar la salud materna, 6) Combatir el VIH/SIDA, el
paludismo y otras enfermedades, 7) Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente,
y 8) Fomentar una asociación mundial para el desarrollo. A pesar de estos
compromisos, pocos países han contribuido a disminuir esta lacra de desigualdad
a través de programas y proyectos sostenibles. En la mayoría se han
cuadriplicado los programas asistencialistas y otras de dependencia
internacional (ONGs). En el caso de Perú, sigue en línea arriba, sin asegurarle
una vida digna a los históricamente excluidos.
Repetimos que lo descrito,
se puede corroborar con el estudio que presenta el Instituto Nacional de
Estadística e Informática del Perú (INEI), que fuera publicado en el 2012,
donde se observa que la pobreza sigue afectando a nuestros hermanos del campo
(56.1%), pero también a los peruanos que viven en la zona urbana (18.0%); sin
embargo las regiones de la Sierra y la Selva son las que más evidencian
desigualdades sociales con 41.5% y 35.2%, respectivamente. Más de 8 millones de
peruanos viven en esta realidad, por encima de su tan anunciado crecimiento
económico que pomposamente celebra el gobierno central y el poder económico.
Mínimamente se han modificado las cifras, según INEI 2014.
Si queremos
determinar con más claridad las diferencias sociales, veamos: En el Perú para
el año 2011, el 20% más pobre de la población (quintil uno) situada en la parte
inferior de la distribución capta el 5.9% del gasto total en consumo. Por su
parte, el 20% de la población ubicada en el quintil superior (ricos) concentra
el 44.3% del gasto en consumo total.
La relación entre los
participantes de ambos quintiles, sintetiza la enorme brecha existente entre
los grupos más ricos y más pobres. En el 2011, la participación del quintil
superior excede en 7 veces a la del quintil inferior.
Por eso, es necesario
y urgente un gobierno que apueste por una Nueva Constitución y Proyecto
Nacional de Desarrollo que le dé justicia a todos. En Cajamarca se sienta las
bases de un Nuevo Modelo de Desarrollo Sostenible.