Por: Segundo Matta Colunche
Alan García: "La plata llega sola" |
El costo global
de corrupción creció consistentemente en el periodo 1960-1989, alcanzando un
estimado anual medio de alrededor de mil millones de dólares en la década de
1980 (Primer gobierno de Alan García). En este periodo, el Perú perdió producto
de la corrupción el 35% del gasto y 3,7% del PBI. (Alfonso Quiroz, en su libro:
Historia de la Corrupción en el Perú).
En
tiempos de amnesia, es importante revisar alguna bibliografía que refresque la
memoria sobre los hechos desastrosos que llevaron a nuestro país al preocupante
bloque del “tercer mundo” o como dicen los neocapitalistas “en vías de
desarrollo”. Releer “Historia de la Corrupción en el Perú”, del investigador
peruano Alfonso Quiroz, corrobora las barbaridades de los poderes judicial,
económico y político aliados con Alan García, para limpiarlo de polvo y paja. Esto
no es nuevo.
Luego que el juez constitucional de Lima, Hugo Velásquez
Zavaleta, anulara las ocho conclusiones de la Megacomisión sobre el ex
presidente Alan García Pérez (narcoindultos, petroaudios, DS para favorecer a
empresas que construyen los Colegios emblemáticos e interceptación telefónica;
todos ellos relacionados con actos de corrupción-enriquecimiento ilícito-), las
protestas no se hicieron esperar. Las calles de Lima, Arequipa, Chiclayo,
Trujillo, Huancayo y otras ciudades fueron escenarios de manifestaciones
populares. El pueblo le dijo no a la corrupción y las componendas APRA-Poder Judicial.
La historia se agrava en 1985 (Primer quinquenio de García):
Los dólares MUC, beneficiaron a una docena de grupos empresariales,
aproximadamente, y cuyos líderes pasaron a ser conocidos como los “12
apóstoles”, por su compromiso con García. Investigación confirma que
contribuyeron a la campaña presidencial, pero enviaron al país al descalabro
económico.
Las burocracias claves como el Banco Central de Reserva
(BCR), el Departamento de Contribuciones (DGC) y el Seguro Social (IPSS) fueron
controlados por funcionarios apristas. Los amigos cercanos de García y su partido,
como algunos empresarios, tuvieron acceso a dólares con tasa de cambio
subvaluada para sus propios negocios privados. El sistema de justicia mantuvo
una decadencia que parecía imparable. García impuso la selección de varios
jueces entre miembros de su partido. Apoyaron a la impunidad y varios de ellos
siguen controlando la institución actualmente. Narcotraficantes operaban con
virtual impunidad sobornando a jueces, mientras que los magistrados de Lima y
provincias temían condenar a terroristas.
En 1987, Dionisio Romero, uno de los banqueros más ricos e
influyentes del Perú, declaró en Canal 5 TV, que él había contribuido al
financiamiento de la campaña de García. El sospechoso papel desempeñado por el
gobierno aprista en un posible encubrimiento del tráfico de armas en conexión
con el general Manuel Noriega de Panamá. Las obras públicas fallidas o
ineficientes como el costoso tren eléctrico, anunciado como la solución al
problema del transporte de Lima, y el proyecto de irrigación de Chavimochic, en
la región norte, pasaron a ser símbolos íconos de la corrupción aprista.
Son tan solo algunos de los tantos actos de corrupción que
describe Alfonso Quiroz, sumado a los sanguinarios grupos paramilitares como el
llamado “Rodrigo Franco” y la violación de los derechos humanos, como la
masacre y asesinato de 300 internos del Frontón. Los jueces apristas con el
contubernio del gobierno fujimorista limpiaron de polvo y paja a García y
convirtieron en “angelito” para luego asumir la presidencia por segunda vez
(2006-2010).
Las investigaciones también determinan, que García tuvo el
apoyo del gobierno norteamericano y el representante de la CIDH, su amigo
expresidente de Colombia, César Gaviria. Ambas instituciones adujeron que
García era inocente y que las denuncias eran producto de una persecución de la
dictadura, cuando fue el gobierno de Fujimori quien ayudó a que varias
denuncias que deberían ser investigadas en el Congreso se archivaran.
La decisión del juez Hugo Velásquez, no es otra cosa que
repetir lo que sus compañeros de partido ya hicieron durante la década del 90.
Impunidad aprista, se evidencia otra vez. Cajamarca rechaza.