Por: Segundo Matta C.
Beirut, capital del Líbano, con 7 millones de habitantes está pasando por la peor crisis de su historia. Una explosión de 2 mil 750 toneladas de nitrato de amonio ha provocado la muerte de 113 personas, más de 4 mil heridos y decenas de desaparecidos. El puerto de Beirut está bajo escombros.
El país árabe soporta una crisis política y económica desde hace más de dos años. Tienen una deuda pública de 170% de su PBI. La mayoría de espacios públicos está en manos privadas. El estado sólo control el 20% de los bienes y servicios.
El país que se independizó de Francia en 1943 tiene una población marcada y divida por religiones: el 54% de la población practica el Islam, el 40.4% el cristianismo y el 5.6% se consideran musulmanes. Éstas tres facciones también están divididas: dentro del Islam encontramos a los chiítas (27%), sunitas (27%); mientras que, los cristianos se dividen entre mormones (21%), griegos ortodoxos (8%), melquitas (5%), protestantes (1%) y un 5.4% compuesto por armenios ortodoxos, católicos armenios, siriacos católicos, católicos caldeos, asirios, coptos y más (Statistics Libanon). El país vive una guerra interna desde su formación. La mayor disputa está relacionada con la religión y la política. En medio de las fracciones va ganando terreno la propuesta de un país laico.
Líbano es considerado el país más desigual del continente. El 1% de la población más rica posee el 40% de la riqueza. Según el Banco Mundial, 4.5% millones de sus habitantes viven bajo en umbral de la pobreza. La tasa de desempleo alcanza el 35% y la inflación de la canasta básica es de 60% - la más alta de la región-. Su PBI es de 91 mil 199 millones de dólares -la más alta del mundo por millón por millón de habitantes-, sin embargo, la corrupción, la guerra civil política-religiosa, la asistencia masiva de inmigrantes sirios lo ha llevado a una crisis invaluable.
Empezamos a investigar a Líbano a raíz de sus permanentes conflictos civiles. Hace dos años el gobierno de Michel Aoun afronta una de sus peores crisis políticas después de la guerra civil (1975-1990). El ejecutivo, legislativo y las instituciones que administran justicia son las más desprestigiadas. El gobierno ha fortalecido sus alianzas con bancos y empresas trasnacionales: “durante la última década hubo rescate de bancos con fondos públicos. Hay empresas que tienen acceso privilegiado al poder político y sus utilidades no derivan de su competitividad sino de su capacidad de cotejar con las autoridades” (Farid Kahhat, el Comercio 09/08/20).
El contrapeso político no está en los partidos sino en las religiones. De acuerdo a ley, el cargo de presidente de la República debe ser ocupado siempre por un cristiano maronita, el de primer ministro por un suní y el de presidente de la Asamblea de Representantes por un chiíta. Ninguna minoría debe estar discriminada en el gobierno. La fuerza de resistencia de las facciones gobiernistas está en el grupo armado Ezbolá. Tiene presencia indirecta en el gobierno a través de los chiítas.
La explosión de nitrato de amonio en el puerto de Beirut -la capital comercial más importante de Líbano- se le atribuye al gobierno. Estuvo almacenado por más de 6 años sin las medidas preventivas. “Lo que pasó en Beirut es el segundo accidente industrial no nuclear más fuerte en la historia de la humanidad en intensidad de explosión. El primero fue en Canadá antes de la I Guerra Mundial” (Ing. Químico, Ramiro Canchucaja, El Comercio 09/08/20).
El académico peruano considera que la propagación de la explosión ha sido 3 mil metros por segundo. Hay un parecido con lo sucedido en Tarata (Lima) en 1992. El sanguinario grupo terrorista Sendero Luminoso hizo explosionar dinamitas que dejó 25 muertos, 155 heridos y varias edificios en escombros. Historias sangrientas que nunca deben repetirse.
Lo sucedido en Beirut está en investigación. Varios funcionarios del gobierno están bajo arresto domiciliario. Por el momento hay solidaridad de países europeos. El presidente francés Emmanuel Macron fue el primero en llegar a la zona del desastre. En tanto, las protestas masivas continúan en varias ciudades de Líbano: exigen dimisión en bloque del gobierno, elecciones anticipadas, inmediatas reformas económicas y un sistema judicial independiente. Los conflictos religiosos-políticos y el terrorismo de estado desangra a Beirut. ¡Solidaridad internacional!