sábado, 17 de diciembre de 2011

“La navidad es la dulzura del pasado, el valor del presente y la esperanza del futuro"

Por Segundo Matta Colunche
 
"En esta navidad no busquemos a Cristo entre las opulencias del mundo, entre las idolatrías de la riqueza, entre los afanes del poder, entre las intrigas de los grandes. Allí no está Dios. Es la hora de mirar a Jesús en las imágenes bonitas de un pesebre, pero también hay que buscarlo entre los niños desnutridos que se han acostado esta noche sin tener que comer, los niños vendedores de periódicos, que dormirán arropados de diarios, entre un lustrador que tal vez no se ha ganado lo necesario para llevar un regalito a su mamá, o en el joven campesino, obrero, el que no tiene trabajo, el que sufre la enfermedad en estos días.
 
Para el Gobierno Regional de Cajamarca que preside Gregorio Santos Guerrero, esta fecha tiene un significado importante: “La navidad es la dulzura del pasado, el valor del presente y la esperanza del futuro. Es el deseo más genuino de que cada taza se rebase con bendiciones ricas y eternas, y de que cada camino nos lleve a la paz, a disfrutar de la vida con las pequeñas cosas que ésta nos ofrece, a dar lo mejor de ti”.

Los que nos encontramos en esta noble tarea de conducir los destinos de la región, recordamos la histórica frase del sacerdote católico salvadoreño Arnulfo Romero, que en una de sus homilías decía: “No todo es alegría, hay mucho sufrimiento, hay muchos hogares destrozados, hay mucho dolor, hay mucha pobreza. Hermanos, todo esto no lo miremos con demagogia. El Dios de los pobres ha asumido todo esto y le está enseñando al dolor humano el valor redentor, el valor que tiene para redimir al mundo, la pobreza, el sufrimiento".

Nuestra lucha por la justicia social es tarea permanente de funcionarios, consejeros y trabajadores. No puede haber amor donde hay explotadores y explotados. No puede haber amor donde hay oligarquías dominantes llenas de privilegios y pueblos desposeídos y miserables. Porque nunca los explotadores pudieron ser ni sentirse hermanos de sus explotados y ninguna oligarquía pudo darse con ningún pueblo el abrazo sincero de la fraternidad. Este modelo neoliberal excluyente no trajo otra cosa que injusticia, más pobreza y abandono.

Hermanos del Perú ustedes saben que en regiones como la nuestra podemos vivir esta escena casi a diario, porque vivimos el drama de la tierra, la contaminación ambiental y el abuso de empresas mineras. Las grandes compañías compran tierras a los campesinos, y las familias que viven allí años y años deben marcharse. Para un gobierno del pueblo esto debe terminar. En Cajamarca nace la esperanza de construir un gobierno del pueblo y para el pueblo.

Miremos el futuro con optimismo, con esperanza que una región y un país diferente si es posible. Con coraje y dignidad seguimos luchando en defensa del pueblo, de sus recursos naturales y de un mejor porvenir.

Felíz navidad y un venturoso año nuevo 2012

Cajamarca: Movimiento social, economía y democracia.

Escribe: Dr. César Aliaga Díaz
                Vicepresidente Regional de Cajamarca
El reciente conflicto socio-ambiental derivado del intento de llevar adelante el Proyecto Minero Conga en la cabecera de las cuencas de las provincias de Celendín, Hualgayoc y Cajamarca, que alberga un extraordinario sistema de lagunas y bofedales y una delicada pero magnífica biodiversidad, ha atraído la atención de muchos analistas del Perú y del mundo entero.
Y es que dicho conflicto, no sólo ha puesto en el debate público la inviabilidad de un proyecto minero que amenaza con provocar daños irreversibles en un ecosistema frágil y con destruir varias lagunas y las nacientes de cinco micro cuencas,  sino que ha sido capaz de proponer un debate mucho más profundo y complejo, el referido al mismo modelo de economía y al tipo de Estado vigentes en nuestro país.
En efecto, detrás de la recusación del proyecto Conga, está el cuestionamiento al modelo extractivista que, luego de veinte años de explotación aurífera, más allá de cierto crecimiento económico local y de su clásica función de proveedora de divisas y recursos fiscales, no ha sido capaz crear las condiciones para promover el desarrollo sostenible e integral, en vista de su patrón de acumulación extra regional, sus escasos encadenamientos con la producción local y su fuerte carácter depredativo del medio ambiente.
En la conciencia social regional ha terminado el mito de la minería como locomotora del desarrollo regional y empieza a gestarse, de manera cada vez consistente, la idea que otro modelo de desarrollo sí es posible: un modelo basado en las potencialidades productivas de nuestro territorio, de su gente y, obviamente, asentado en actividades económicas competitivas pero más amigables con el medio ambiente.
Este paso es fundamental, en la medida que no es preciso esperar que el ciclo de expansión minera termine para recién ponerse a pensar en las actividades que la deban sustituir, como ha ocurrido en otras experiencias históricas.
La historia económica muestra, en efecto, que las actividades extractivas de recursos naturales son precarias en el tiempo. Más temprano que tarde, deben de terminar, sea por una caída inesperada de los precios, sea por el agotamiento del recurso sobreexplotado o sea por otras razones sociopolíticas. Y entonces será muy tarde para pensar en un modelo diferente y para darse cuenta que el crecimiento de dicha actividad sólo favoreció a unos cuanto pero que su caída afectará a casi todos. Las historias peruanas del salitre, del guano de las islas, del caucho y de varios distritos mineros son bastante aleccionadoras al respecto.
Por eso, más allá de lo justo, necesario y urgente de la defensa de nuestros acuíferos, es un aporte trascendental del movimiento social de Cajamarca el poner en el debate nacional qué modelo de desarrollo queremos para nuestro futuro inmediato.
Y el otro debate que se abre con el levantamiento de Cajamarca es sobre el tipo de Estado que queremos forjar.
En efecto, la institucionalidad consagrada por la Constitución de 1993 ha mostrado en esta ocasión todos sus límites: Un gobierno nacional sometido a los intereses de los grandes oligopolios mineros del mundo, que es capaz de entregar concesiones, con enormes privilegios tributarios y administrativos, sin mayores exigencias ambientales y sociales y, sobre todo, sin tomar en cuenta, y hasta despreciando, la opinión y los sentimiento de los pueblos y de sus autoridades locales y regionales.
Y no sólo eso. Gracias a la protesta contra el Proyecto Conga, el país ha tomado conocimiento de la absoluta debilidad y falta de independencia y credibilidad de las distintas entidades encargadas de aprobar los Estudios de Impacto Ambiental y de realizar la fiscalización en materia ambiental, social y laboral. Seguramente pocos conocían que estas entidades carecían de los recursos necesarios para hacer bien su labor, limitándose a ser meras agencias de oficialización y convalidación de la accionar de empresas que, ante la falta total de control, actuaban y actúan con total impunidad.
El movimiento social de Cajamarca pone el acento sobre estos puntos trascendentales de nuestra institucionalidad democrática, exigiendo un Estado soberano, planificador y garante del desarrollo sostenible y verdaderamente descentralizado.
En efecto, en medio de todas las dificultades que naturalmente provoca toda situación de tensión y conflicto social, empieza a afirmarse también la conciencia sobre la necesidad de contar con un nuevo Estado, legítimo representante de todos sus pueblos y sobre todo de aquellos que ahora irrumpen en la escena oficial como masas descontentas y rebeldes, porque no tienen otra manera de incorporarse en un sistema que los ha excluido secularmente.
Y es que, a contra corriente, de quienes ha visto en los pueblos movilizados de Cajamarca un grupúsculo de “antimineros desfazados” o de “indígenas exacerbados por terroristas”, la verdad es que el movimiento social de Cajamarca no sólo ha dado muestras de madurez, de consistencia organizativa y de liderazgos firmemente relacionados con sus bases, sino que ha sido capaz de portar una corriente democratizadora y descentralista, sin precedentes en nuestro país.
Una característica esencial de este amplio movimiento social que ha estremecido las estructuras del poder, cuestionando aspectos centrales del modelo económico y político, es su carácter de frente amplio, no partidarizado y ciudadano: con una enorme deseo de ser escuchado, en vista que no existe en la institucionalidad vigente los canales necesarios para conducir sus expectativas, intereses y sueños.
Su irrupción en la escena pública oficial ha sido generalmente espontánea, recogiendo un fuerte descontento frente a las empresas mineras y sus abusos. Descontento que, salvo pocos casos de violencia, ha sido capaz de expresarse mediante una crítica radical y mordaz presente en movilizaciones generalmente pacíficas, ingeniosos canticos y consignas y magníficas caricaturas. Y es que la lucha es también una forma de afirmación de identidad y creatividad popular.
Este potente pero espontáneo torrente ciudadano no ha terminado todavía de configurarse como un sólido bloque popular. Hay todavía mucho por hacer para afirmar su unidad orgánica y programática, así como para seguir elevando la consciencia sociopolítica y la disciplina de todos los sectores presentes.
Todo lo cual no significa la disolución de las diversas organizaciones en una sola organización o partido, en la medida que la diversidad de tendencias presentes no sólo es saludable sino que es condición fundamental para construir un movimiento de amplia base. Pero se requiere pensar que el frente único, como decía Mariátegui, si bien no anula la personalidad de nadie, exige la acción disciplinada, solidaria y unitaria respecto de los puntos comunes y de convergencia entre los distintos actores.
Confiamos en que la madurez de los dirigentes sociales y políticos, ampliamente demostrada en distintos momentos de esta lucha, los llevará a comprender la necesidad de asegurar la unidad del pueblo más allá de la presente coyuntura. Las grandes tareas que nos quedan adelante exigen actuar con responsabilidad.

La unidad, es la madre de todas las victorias. La división es el camino a las derrotas.

Escribe: Gregorio Santos Guerrero
               Presidente Regional de Cajamarca

La historia de la patria nos deja grandes lecciones: los españoles derrotaron a las tropas de Atahualpa, no por la superioridad militar sino porque el Tawantisuyo atravesaba una profunda crisis de liderazgo con su hermano Huáscar, estas contradicciones internas fueron aprovechadas por los españoles y con ello la destrucción de la sociedad inca.

Fue la división de las fuerzas rebeldes e indígenas que impidieron que Túpac Amaru recuperara el poder a favor indígena. La correlación de fuerzas no le favorecían, el imperio español era aún poderoso y tenía un fuerte control sobre los indígenas. En la lucha por la independencia del yugo español existen hechos que nos demuestran que la falta de unidad fue causa fundamental para conseguir la ansiada liberación de patria.

Para lograr la independencia del imperio español, de las repúblicas latinoamericanas fue necesaria la construcción de un ejército libertador, liderado por San Martín, Simón Bolívar, Sucre y otros. Miles de soldados de diferentes territorios fueron agrupados, adiestrados y luego estratégicamente distribuidos; unos se incorporaron a la corriente libertadora del norte y otros a la corriente libertadora del sur, fue así que se logró nuestra primera independencia y con ello el inicio de la vida republicana.

Iniciada la república, no pudimos convertirnos en una nación unida por el territorio y la diversidad cultural, no tuvimos estadistas ni clase política dirigente. Culminada la lucha por la independencia los militares que participaron en ella, iniciaron pugnas intestinas entre ellos, todos se sentían con derecho a gobernar, los militares se turnaron en el poder uno tras otro, no fueron capaces de poner primero la unidad y los intereses de la patria. En ese camino nos encontró la guerra con Chile.

El imperialismo inglés que respaldó a Chile en sus afanes expansionistas nos encontró divididos, enfrentados, se recuerda una frase “primero los chilenos antes que Piérola”,  existieron peruanos que se pusieron a favor de los chilenos con tal de impedir que un patriota asuma con dignidad la conducción del Estado.

En el siglo XX  e inicios del siglo XXI, la falta de unidad del pueblo peruano ha permitido que el neoliberalismo barra los derechos de los trabajadores, que los sindicatos se  debiliten, los partidos progresistas y de izquierda casi desaparezcan. Se ha construido una cultura de la división, grupos culturales, pueblos que se dividen y enfrentan, familias y hasta empresas. Dividido un grupo humano se deslegitima, pierde autoridad, confianza ante sus integrantes y ante la sociedad.

En nuestra región, la unidad del pueblo cajamarquino hizo retroceder a la empresa Newmont  en su afán de explotar el cerro Quilish, hoy la unidad de todos los cajamarquinos ha logrado paralizar el proyecto minero Conga, también de Yanacocha.

Nos encontramos en un momento especial, por primera vez en la historia de nuestra región hemos tenido la capacidad de generar una corriente unitaria nunca antes vista. La bandera de la unidad que ha concentrado a todos los cajamarquinos y al Perú en su conjunto es la defensa y protección del agua, y la lucha por un modelo de desarrollo sostenible que se ampare en actividades productivas que convivan con el medio ambiente.

Esta unidad solidaria y fraterna se ha construido al calor de la lucha, en medio de la acción directa de las masas, el pueblo al calor de la práctica ha reconocido quienes son amigos y quiénes sus enemigos. Estos días de lucha ha sido una gran escuela de formación de líderes.

El gran desafío es cuidar la unidad del movimiento social como a la niña de nuestros ojos. La estrategia de las transnacionales ya empezó, dividir primero a las autoridades locales, luego al movimiento social, conformando comités de desarrollo y frentes a espaldas del pueblo y del gobierno regional. Están buscando confundir, generar desconfianza, infiltrarnos, meter cizaña,  para luego enfrentar pueblo contra pueblo. No olvidemos las transnacionales no perdonan, ni dan tregua, no tienen amigos, tienen intereses.

De ahí se desprende, que los dirigentes de todos los niveles estamos obligados a cuidar la unidad de nuestro pueblo, unidad monolítica expresada en la consigna CONGA NO VA. Por ahora el pueblo peruano mira con simpatía los logros de nuestra región, ven en Cajamarca un bastión de la dignidad del Perú, de ahí que los retos son enormes: “mantener la unidad  social, la unidad política y la unidad programática”.

Reafirmar la confianza de nuestro pueblo en sus dirigentes sociales, gobiernos locales y gobierno regional. Antes existieron algunas autoridades que traficaron con las transnacionales, hoy luchamos todos para que esto no vuelva a repetirse. Las autoridades estamos obligados a trabajar unidos pueblo y gobierno.

Desde el gobierno regional nuestro compromiso indesmayable por la defensa de nuestros recursos naturales, la defensa de la patria y la soberanía nacional, deberes sagrados que guían nuestra vida y nuestra práctica cotidiana; demostrada no en discursos sino en los hechos. Pero para ello se requiere ampararnos en la madre de todas las victorias, la unidad.

Convocamos al pueblo a defender las ordenanzas regionales que protegen las cabeceras de cuenca, la que declara la inviabilidad del proyecto Conga. Con una sola voz a difundir y a defender las leyes regionales; armas legales para defender nuestro territorio de la  voracidad de las transnacionales. Una vez más, no podrán dividirnos. Con lucha y unidad el pueblo vencerá. (15.12.11)