martes, 23 de agosto de 2016

#NoHayEstado

Por: Segundo Matta Colunche

Legislativo y Ejecutivo en manos de la derecha
El último domingo, en los programas políticos de la televisión nacional (América Tv, Panamericana Tv y Frecuencia Latina, difundieron reportajes sobre la inseguridad ciudadana, los excluidos del sistema (viejitos abandonados) y compromisos del gobierno de Kuzchynski.

A pocos metros de Palacio de Gobierno y del Congreso de la República (Cailloma, Miro Quesada, Barrios Altos y alrededores) pernotan durante todas las noches peruanos de tercera edad. El frío y el abandono se apoderan de viejitos indefensos.

Abandonados por familiares, pero fundamentalmente por este sistema neoliberal, compatriotas de la tercera edad tienen que afrontar con dureza la exclusión social, expresado en la ausencia de Estado. Los muros físicos de la vergüenza han pasado a los muros imaginarios de la vergüenza. Allí se evidencia la marcada diferencia social y el foco natural de la desigualdad peruana.

Mientras fujimoristas: Chacón, Becerril, Galarreta y Tuvino ponen la agenda mediática farandulera, en sus narices, la delincuencia azota la capital. Ha diario,  medios de la concentración – Grupo El Comercio -, pintan terroríficamente las calles de la ciudad. Es imposible caminar por las calles de Lima, Chiclayo, Trujillo, Chimbote,  Piura y Tumbes durante las noches. En calles céntricas de Lima y barriadas del Callao, hay zonas “independizadas” para la delincuencia. Allí, donde se centraliza dos principales poderes del Estado (Legislativo y Ejecutivo), marcas y bandas tienen terreno liberado.

Según el informe técnico, al primer semestre Junio-2016, del Instituto de Estadísticas de Seguridad Ciudadana, el 34.8% de ciudadanos que viven en ciudades de más de 20 mil habitantes han sido víctimas de algún hecho delictivo; 32.5% los que viven en la zona urbana; y 26.4% de los que viven en los centros pobladores de 2 mil a 20 mil habitantes. La mayoría de hechos se encuentra en ciudades de la costa como: Lima, Trujillo, Chiclayo, Chimbote, Tumbes y Callao.

El centralismo limeño ha cabalgado junto a las lacras sociales. Lima concentra el poder político, económico, la mayor burocracia y  los designios del poder. Gobierno Central y lacras sociales parecen que caminan juntos.

La derecha jamás entenderá que la delincuencia es producto de la desigualdad social, de la exclusión histórica. Los viejitos abandonados del Centro de Lima son herederos de este sistema, son producto de la injusticia social. Los muros de la desigualdad, no sólo son vergüenza nacional, sino que han trascendido las fronteras del Perú: “…somos el país más desigual de América Latina”.

Necesitamos cambiar las cosas, exigimos que niños y ancianos tengan un lugar seguro para vivir, que no hayan más mendigos, que los programas sociales no se conviertan en asistencialistas sino en procesos de inclusión. ¿Es posible cambiar esta realidad? Si es posible.


Aspiramos a tener un país con oportunidades; educación pública, gratuita y de calidad para todos, que haya inclusión social y económica. Necesitamos una Nueva Constitución. Necesitamos un Estado real.