Por Segundo Matta Colunche
Revisando el blog de la
contadora mexicana Olga Martínez Gracia, “Eficiencia Administrativa” y el libro
virtual de Sean Fitzpatrick (España), “Estrategias para un Gobierno Eficaz”,
algunas propuestas son corroboradas por el sociólogo peruano, Javier Barreda, en
un artículo publicado en el diario La República (10/10/13), planteamientos que consideramos
como buenas propuestas para las tan anunciadas reformas del Estado.
Capacidades
profesionales y personales:
Lección
1.
Cuando los políticos quieren imponer “fórmulas mágicas” en políticas, programas
o proyectos, es deber de los técnicos decir “no se puede y argumentar”.
Lección
2. Técnicos
sin valoración política y social y que sólo se consideran “técnicos” son los
peores acompañantes de la gestión pública. Diseñarán, ejecutarán o evaluarán
sin una reflexión crítica del sentido político ni social de las decisiones que
se toman e incluso de lo que se proponen.
Lección
3.
La política exige políticos con solvencia técnica, programática, norte y
principios firmes. Sólo políticos con estas capacidades saben elegir técnicos con
responsabilidad y conciencia profesional de lo que proponen.
Lección
4.
Es clave que políticos y técnicos tengan los pies sobre la realidad y cuidarse
de experimentos. La calle o el campo son más fuertes que cualquier buen diseño
y devoran al “innovador modelo” si éste no ha sido previamente validado (o validado
sólo en un bonito PPT).
Lección
5.
La gestión pública combina la sabia continuidad y la inteligente ruptura. Lo
que camina bien hay que mejorarlo; al reformar, hay que hacerlo radicalmente,
pero sobre todo, con un sentido de la realidad.
Lección
6.
En gestión pública el virus “conmigo comienza todo” es fatal. Cambio de nombres
de programas o iniciativas sólo por cambiar o proyectos nuevos sin razón o
demanda social afectan aprendizajes y necesarias institucionalizaciones que
mejoran el capital social y la inteligencia colectiva de lo público.
Lección
7.
Cuando menos lo piensan los técnicos adquieren una dependencia al poder, a sus
contactos, a sus relaciones y no distinguen la naturaleza de uno u otro
gobierno. El poder los hace “grandes”, los sobredimensiona; poco a poco los
hace impensables ante la críticas y paulatinamente más pavorosos a los juegos
del poder, del que es difícil sacudirse.
La democracia y la
gestión pública deben evitar:
-
Políticos sin norte
-
Técnicos ensimismados y seducidos por el
poder
-
El dominio de “tecnocracias” obnubiladas
Las decisiones deben
estar a cargo de los políticos con capacidad y la ejecución por gestores
públicos (realizadores de resultados desde el Estado). La propuesta aproxima a
que si hay norte político en el gobierno, los políticos saben qué hacer, los
técnicos qué proponer y los gestores qué hacer bien.
Lecciones obligatorias
para quienes asumimos responsabilidades públicas y necesarias para quienes
aspiran ocupar un espacio.