Por: Segundo Matta Colunche
César
Villanueva solicitó ante el pleno del Congreso de la República el “voto de
confianza” en base a cinco puntos: “Seguridad ciudadana, lucha contra la
corrupción, mejor distribución del canon, mejorar la política social y respetar
el fallo de La Haya”.
A
21 días de asumir la Presidencia del Consejo de Ministros, César Villanueva asistió
al Congreso de la República para solicitar “un voto de confianza”, conforme
estipula la Constitución Política del Perú. Esta vez llegó con una “bolsa de
regalos” o mejor dicho de promesas, actitud que evitó “calentar mechas” como en
ocasiones anteriores. Los fujimoristas y apristas se mostraron satisfechos por
tal designación, seguidos por los parlamentarios del Partido Popular Cristiano
PPC; los pocos que quedan de Alianza para el Gran Cambio, Solidaridad Nacional
y ni que decir de los de Gana Perú. La derecha sigue saltando de alegría. Desde
los palcos del Parlamento también gozaban de satisfacción familiares de éstos y
los inconfundibles representantes de la CONFIEP. La derecha en pleno sintió
complacencia.
Desde
otro punto, y el más importante, el pueblo espera cambios reales, aunque las
esperanzas sean pocas, o como dijera César Hildebrant en la última edición de
su semanario ¿Humala ha renunciado tácita y parcialmente a su cargo de
presidente de la República? La pregunta sugiere varias respuestas, pero hay una
que está en el pensamiento de la mayoría de peruanos ¡Humala nos ha traicionado!
Vayamos
a las propuestas: Resaltó cinco puntos: “seguridad ciudadana, observatorio de lucha contra la corrupción, mejor
distribución del canon, mejorar la política social y respetar el fallo de La Haya”.
Ninguna novedad. Desde que asumió el gobierno Ollanta Humala el 28 de julio del
2011, dijo lo mismo: “lucha contra la inseguridad ciudadana, lucha contra la corrupción, renegociación de los
contratos con empresas mineras, priorización de la inclusión social con sus tan
anunciados programas sociales y respeto al fallo de La Haya; incluso proponía
unidad sudamericana” ¿Qué se ha cumplido? La inseguridad ciudadana sigue
latente-más del 80% de la población afirma que esta se ha incrementado-, la
corrupción en las esferas más internas del gobierno (favoritismo a familiares
del ex-vicepresidente Omar Chehade y últimamente su nexo con el testaferro y
operador del fujimontesinismo, Óscar López Meneces); la renegociación con la
empresas mineras (se arrodilló a estas e incumplió su promesa de impuestos a
las sobre ganancias, terminó diciendo Conga Va, pese a mostrar posiciones
contrarias en campaña política); la inclusión social-asistencialismo e
irregularidades en los programas sociales al mismo estilo del fujimorismo-; y sobre
el posicionamiento internacional, es evidente que ya no nos quieren en el
bloque del UNASUR, nuestra mejor carta de presentación de la unidad
sudamericana. Sólo se piensa en acuerdos bilaterales con fines estrictamente
económicos. No hay novedad, y su discurso de Villanueva es copia y pega de los
dos del 28 de julio de Humala. Hubo vacíos en el tema de la descentralización,
no se dijo nada sobre la renegociación con empresas mineras y petroleras, nada
sobre la Ley del Servicio Civil, el Servicio Militar Obligatorio; las
auténticas reformas del sector educación, salud, y reforma policial y militar.
Sólo parches tan parecidos al último cambio de ministros de Estado.
Ya
en el debate, el parlamentario cajamarquino, Jorge Rimarachín, sin temerle al qué
dirán de gran sector de sus colegas, exigió al nuevo Premier, devolver más del
60% del presupuesto que el gobierno humalista le ha recortado al Gobierno Regional
de Cajamarca, en represalia al presidente Gregorio Santos por estar de lado del
pueblo que demanda el cumplimiento de promesas electorales de Ollanta Humala de
respetar la decisión de la comunidades con respecto a la minería, cuyos casos
más sonados son los de Quilish y Conga, respectivamente. Como era de esperarse,
la derecha reaccionaria, con su vocera Lourdes Alcorta, de nuevo arremetió
contra Rimarachín y el mandatario cajamarquino, aduciendo incapacidad de gasto,
lo cual no es cierto.