lunes, 8 de abril de 2019

Gobiernos divorciados de la realidad

Por: Segundo Matta C.

Reunión en Lima no tiene legitimidad. Los pueblos de Apurímac siguen en protesta.

Durante los últimos días hemos sido testigos de discursos gubernamentales cargados de poses electorales. Después que las Fuerzas Armadas derrotaran individualmente al narcoterrorista “Leonides”, el presidente de la república Martín Vizcarra dijo “¡Avanzamos firmes hacia la pacificación total del VRAEM!” cuando un grupo de delincuentes ponen en jaque al gobierno. O, cuando el premier Salvador del Solar afirmara durante su presentación en el Congreso de la República “… vamos a cambiar la historia del país” poniendo más inspectores para disminuir la informalidad y mejorar el crecimiento económico. Es imposible que con planes operativos se vaya a cambiar el rumbo de nuestra historia. 

Las autoridades de Cajamarca no han sido ajenos a discursos que sirven solo para la platea. “No habrá borrón y cuenta nueva” dijo el gobernador Mesías Guevara Amasifuén luego de haber denunciado a ex funcionarios regionales por supuesta “malversación de fondos”. Seguro que, después del informe de los 100 días habrá toda una persecución mediática para desvirtuar vacíos en su gobierno.

En el Perú de hoy, todos los funcionarios son denunciados. En el marco del respeto a la independencia de poderes los que hemos asumido funciones públicas debemos solicitar investigación- una denuncia no lo hace a una persona culpable-. Las sospechas deben terminar demostrando decencia y/o sanción por las responsabilidades asumidas. Empero, las investigaciones deben estar a cargo de instituciones autónomas y con solvencia moral intachable, caso contrario, la burbuja política podrían manchar honras y deslegitimar instituciones.

De acuerdo a ley, “una persona es inocente hasta que no se le demuestre lo contrario”. Toda denuncia tiene su proceso. El imputado tiene derecho a la defensa. Sólo el Poder Judicial determina culpabilidad y/o inocencia. Por tanto, cualquier opinión gubernamental y/o civil no es determinante. Hoy, los discursos gubernamentales sirven para deslegitimar al contrincante o para tapar su ineficiencia.

El investigador colombiano Eugénie Richard, en su libro Manual de Comunicación de Gobierno afirma: “Cuando se justifican con demagogia las medidas que destruyen las condiciones de libre competencia política, y se adopta una lógica de amigo-enemigo desde el poder, la comunicación oficial se convierte en mera propaganda al servicio de una ideología o de un interés particular. Este es un grave peligro que, lamentablemente, aún al día de hoy debemos de tener muy presente a la hora de considerar la prác-tica de determinados gobiernos; aunque todos, incluso el más democrático de ellos y el más respetuoso de las reglas del juego, son susceptibles de caer en la tentación de instrumentalizar las potentes herramientas del aparato del Estado a su favor”. Es evidente la utilización de las herramientas del aparato del Estado para adoptar una lógica amigo-enemigo. Y, una sistemática propaganda al servicio de una ideología o de un interés personal. 

Los gobiernos son instituciones y, como tales, deben comunicarse con los ciudadanos de manera clara, planificada y coherente. Los políticos deben comprender que la Comunicación de Gobierno debe conducirse de manera estratégica. Ya no depende exclusivamente de la capacidad de oratoria de quien esté a cargo del gobierno ni de las sugerencias de su entorno más cercano. La Comunicación de Gobierno está llamada a empoderarse no sólo para legitimar políticos que eventualmente dirigen el Estado sino para fortalecer las estructuras democráticas de lo público.