Por: Segundo Matta Colunche
Marco Arana, líder de Tierra y Dignidad |
Cualquier
motivo de discrepancia, que es natural y válida en los partidos políticos
organizados, son tomados como alejamiento, ruptura o retiro de la construcción
de la unidad o alianza. La derecha y sus medios aliados revientan bombos y
platillos, alentando a una posible división.
La postura del líder
de Tierra y Dignidad, Marco Arana Zegarra –mostrada en su última entrevista
dada a Ideeleradio–, sobre la postulación de Gregorio Santos a la Presidencia
Regional Cajamarca ha retomado el debate sobre la construcción de la unidad.
Los tradicionales reaccionarios y los nuevos asalariados del poder económico en
los medios de comunicación, han manifestado que se rompe la unidad de la
izquierda en el Perú. Otros medios, irresponsablemente fueron más allá al
indicar: “Marco Arana le da la espalda a Gregorio Santos”; asimismo, los
conocidos diarios fujimoristas proConga en Cajamarca, afirmaron: “Marco Arana
se distancia con Gregorio Santos. Se queda sin respaldo” y “Gregorio de Arana ¿El
divorcio”. Ya no es novedad que sigan el guion del infame líder nazi Joseph Goebbels cuando decía: “Miente, miente,
miente que algo quedará; cuanto más grande sea una mentira más
gente la creerá”.
Desde nuestra
postura, cabe precisar que, Arana hace un análisis sobre la coyuntura que se
presenta, y en ella afirmaba su posición sobre la postulación de Gregorio
Santos, que según él, “debería dar un paso al costado y someterse a las
investigaciones sobre supuestas irregularidades en PROREGION”. Sobre ello
afirmamos: La candidatura de Santos no es producto de la espontaneidad o
acuerdos de cúpula, es decisión de las bases; y, sobre las investigaciones,
todas ellas están en el camino que corresponde, al cual el líder de izquierda
ya ha demostrado toda su voluntad de colaborar con la justicia. Pero, también es bueno precisar que en ningún
momento el líder de Tierra y Libertad afirmó que la pobreza en Cajamarca sea
culpa de Santos y menos aún que es un Gobierno Regional Cajamarca que está envuelto
en actos de corrupción.
Empero, miremos un
poco el escenario regional. El 29 de marzo del 2014, con la presencia de más de
6 mil delegados se llevó acabo el II Congreso Regional del Movimiento de
Afirmación Social (MAS). En la inauguración de dicho congreso participaron
dirigentes regionales de Tierra y Dignidad y en este escenario afirmaron su
disposición de sumarse a la propuesta y no dividir el voto de la unidad.
Asimismo, Gregorio Santos y Porfirio Medina fueron elegidos por amplia mayoría como
candidatos a la presidencia y vicepresidencia regional; y, se presentó oficialmente
a 09 candidatos municipales provinciales.
Pocos días después,
el MAS avanzó al sumar más liderazgos provinciales como Aníbal Pedraza Aguilar
(Cutervo) y Jhony Barrantes (Contumazá) y otros con evidente ascendencia
regional. Luego vino el lanzamiento de la candidatura de Próspero Gutiérrez
(Cospán-Cajamarca) y el congreso provincial del MAS-Celendín que llegó a
congregar más de 3 mil personas. Dichos hechos demuestran que la guerra sucia,
del grupo El Comercio y sus aliados, no está pegando en: el ciudadano de a pie,
el campesino, el rondero, el maestro, el pequeño comerciante, etc. Esto se debe
principalmente a que la gente sabe que solo hay dos opciones: Yanacocha o el
pueblo representado por el MAS.
En medio de este dilema,
el MAS sigue representando los intereses de los excluidos históricamente, del
pueblo, de las mayorías. Por ello, en diferentes espacios regionales de la
patria, la unidad está organizándose desde las bases mismas del pueblo peruano
y el MAS pondrá el hombro para hacer que esta histórica unidad de la izquierda
peruana se plasme; ya que, en medio de la diversidad la unidad es una
necesidad. Sin embargo, también es bueno puntualizar que, cualquier
discrepancia o diferencia política siempre debe ser dialogada alturadamente
antes que vertida en el corrillo donde los reaccionarios y los mercenarios de
la información la usarán como arma para destruirnos. Compañeros, es momento de tener
mucho cuidado: prohibido pestañear.