Por: Segundo Matta Colunche
Premier Ana Jara y presidente Ollanta Humala |
Mientras
en Lima, voceros del Gana Perú –“nacionalismo”–, buscan a grupos parlamentarios
de “oposición” para lograr el voto de confianza al gabinete “Jara”; en
Cajamarca, campesinos se movilizaron hasta Quinuamayo (Celendín) para expresar
su rechazo a presencia del presidente de la república, Ollanta Humala Tasso.
La traición tiene su
costo. Hoy el presidente Ollanta Humala, es uno de los políticos más
deslegitimados ante el pueblo peruano. El más del 33% que lo llevó a segunda
vuelta electoral el 2011, no cree en su palabra y considera que los ha
traicionado. Además, su nivel de aprobación más baja ha llegado al 21%, aunque
por el momento según encuestadoras tiene un crecimiento al 29%. Caso curioso,
si tenemos en cuenta que los sectores que relativamente lo respaldan son los
que más han sido más favorecidos, tales como: los dueños de transnacionales y sus
trabajadores. Sin embargo, aunque los gastos en publicidad estatal lleguen a
cerca de 800 millones de soles, ya nadie cree en sus ofrecimientos.
Mientras en Lima, la
presidenta del Consejo de Ministros Ana Jara, redobla esfuerzos para conquistar
votos de la derecha reaccionaria y bancadas conformadas por los disidentes nacionalistas;
en Cajamarca, Ollanta Humala organizó una represión policial contra campesinos
para inaugurar la carretera Cajamarca-Celendín. El presidente regional de
Cajamarca, César Aliaga Díaz, desde Cutervo afirmó: “…Lamento que Ollanta Humala organice un operativo
policiaco y reprima a ronderos para inaugurar una obra. Solidaridad con los
cajamarquinos”, dijo. Similar posición se manifestaron inmediatamente en las redes
sociales. Todo ello como muestra que estamos ante un gobierno que ha perdido el
respaldo de un amplio sector del pueblo peruano y que hasta al interno de los
grupos de poder económico no existe un consenso para respaldarlo.
El nacionalismo se encuentra en el limbo. Su zig
zag lo ha llevado a que ni el sector popular –el que apoyó a Humala en el
2006 y 2011 y lo llevó a segunda vuelta y finalmente al triunfó–, ni el sector reaccionario –al que se arrimó una vez en
el gobierno–
le tengan simpatía. Los primeros los acusan de traición y lo segundos de
ineficiente y de no tener dirección. Los primeros hacen huelgas y protestas
como hoy en Cel endín, y los segundos utilizan campañas mediáticas pitándolo de
“sacolargo”.
Por otro lado, las 50 páginas de su discurso leídas
ayer por la premier Ana Jara en el Congreso de la República, no presenta nada
nuevo: relación de proyectos y perfiles, y un número amplio de programas, la
mayoría asistencialistas. Al parecer, del proyecto de la Gran Transformación,
solo ha quedado en meros ofrecimientos como fortalecer la descentralización,
lucha contra la delincuencia y la corrupción. No se dijo nada sobre políticas
públicas orientadas al cuidado del medio, proyectos de desarrollo de lucha
contra la pobreza y fortalecimiento de la gestión Estatal. Lo más probable es
que no los haya y que solo se esté actuando en piloto automático. Qué decir de
promesas de campaña: gas a 12 soles, impuestos a las sobre-ganancias mineras,
respeto a los trabajadores independientes (atorados por las AFPs), respeto al
medio ambiente, consulta previa, un hospital por cada provincia, etc., de esas
promesas no queda nada. El discurso “nacionalista” no contiene ninguna
autocrítica, solo se llena de triunfalismos numéricos enmarcados dentro de un
cuestionado crecimiento económico.
Mientras se alaba la dependencia económica en la
inversión minera del 34%; a la vez, se olvidan el campo y las sostenibilidad de
la economía a mediano y largo plazo. Natalia Coari (ex -nacionalista) fue dura
en el debate de ayer, que duró más de 12 horas. “Nuestros agricultores están
abandonados, no tiene apoyo del Estado, y lo peor, lo poco que producen les es
difícil competir con los grandes empresarios”. Definitivamente, el Estado solo
mira la solución de la pobreza a través de la implementación de programas
asistenciales. No busca organizar ni tampoco apoyar técnicamente a los sectores
menos favorecidos. Contraria a ello, el Gobierno Regional Cajamarca y con los
ya conocidos recortes presupuestales está sentando las bases del Nuevo Modelo
de Desarrollo Sostenible; por ello, cuenta con una cartera estudios de
preinversión por más de 350 millones de soles orientados a riego tecnificado,
mejoramiento de ganado, asociatividad, proyectos andinos, etc.
Así camina el gobierno “nacionalista”, que de
nacionalista ya no tiene nada.