Por: Segundo Matta Colunche
Los mensajes políticos deben ser emotivos pero cargados de acciones concretas. |
Una hora 44 minutos duró el último mensaje presidencial por fiestas patrias del presidente de la República, Martín Vizcarra Cornejo. Acompañado de su nuevo gabinete ministerial y ante la presencia de menos de la mitad de parlamentarios el mandatario dio a conocer los logros de su gobierno. Cero autocrítica sobre las dificultades y errores de la gestión. Es una regla natural contagiosa de los gobiernos reaccionarios de Latinoamérica.
En 2 años, 4 meses, 5 días probablemente es poco lo que puede mostrar en términos de cierre de brechas sociales; sin embargo, el régimen enfrenta una de las peores crisis sanitarias de la historia, es allí donde debería mostrar mejores resultados. Perú es el 2do país en América Latina con mayor número de infectados y muertos por el COVID-19 y el primero en el mundo en letalidad (muertos por millón de habitantes). Si bien, el problema sanitario deviene del abandono de siglos y décadas, empero, enfrentarlo con mayor liderazgo, menos burocracia, organización, comunicación, respuesta rápida, eficiencia y eficacia en la administración hubiese respondido mejor a una intervención estratégica de crisis. No es posible ver a médicos, enfermeros, laboratoristas y técnicos protestar por falta de pagos, por no tener EPPs, falta de oxígeno, insuficientes camas, etc. Allí tiene que ver el pobre sistema administrativo y burocrático que no ha dado buena respuesta en ésta emergencia.
Es cierto que la estructura institucional es la más débil de la región. Nadie puede negar que la corrupción a destruido el Estado y a las organizaciones. Sin embargo, también es cierto que desde el gobierno no se han hecho reformas profundas para atacar éstas lacras. El Estado sigue funcionando bajo la Constitución mafiosa del 93, amparado en el régimen privatista, antidemocrático y corrupto, y con leyes que favorece al gran capital. En esa condiciones es imposible enfrentar con éxito la crisis sanitaria.
Los mensajes políticos deben ser emotivos pero cargados de acciones concretas. Si estos lindan con cifras vacías, la respuesta ciudadana será negativa. Afirmar que se pasó de 3 mil a 18 mil camas hospitalarias, de 100 a 1 500 camas UCI (proyección a 3 mil al finalizar el gobierno), que se ha adquirido 105 toneladas de oxígeno, que hay 22 nuevos contratos de trabajadores de salud con mejores remuneraciones, pero, hay peruanos que siguen muriendo en sus domicilios y en los hospitales por falta de camas, medicinas y oxígeno. Ni siquiera se hizo una autocrítica sobre la situación dramática de una humilde madre de familia que perdió su esposo en Arequipa.
El mensaje presidencial también estuvo cargado de ofrecimientos: incrementar el presupuesto a cerca de 21 mil millones de soles para el 2021, proyectar la disminución de la anemia al 30% -no especifica fechas-, unificar el sistema de salud, otorgar un segundo bono solidario a 8 millones 500 mil familias (esperamos que ésta vez sea universal), pensión de orfandad de 200 soles mensuales a niños y niñas que han perdido a sus padres producto de la pandemia, incremento de puestos de trabajo (debería ser restitución de puestos de trabajo) y reactivación económica con el reinicio de proyectos mineros y de infraestructura. Además, alivios tributarios, subsidios a grandes empresas, créditos y garantías. También confirmó un fondo empresarial orientado a turismo y al agro. Éstos alcanzarán a los exportadores y a las medianas empresas de turismo. Adiós de los pequeños emprendedores. El 74% de informales siguen a la deriva.
Fue un discurso triunfalista. Ninguna autocrítica. Hubieron promesas como en campaña pero que no recibieron aplausos. Fue una descripción que no generó más que una relativa atención. Los peruanos esperábamos sinceridad de lo que se dice. Todavía hay esperanza (46%), amor y cariño (24%), orgullo (18%); pero también hay frustración, pena y tristeza (37%), sentimientos encontrados (23%). IPSOS-julio de 2020. ¡Si se puede! La unidad es el camino.
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