Por: Segundo Matta Colunche
Cambio
de los ministros: Urresti, Figallo, Mayorga y Omonte responden a presión
política de la derecha reaccionaria y mediática del país. Arrinconado por severas críticas de Alan
García, Keiko Fujimori y voceros de la
ilegal concentración mediática, presidente Ollanta Humala cede sin
contratiempos.
¿Es difícil gobernar o dirigir una institución a espaldas del
pueblo? Probablemente les sea fácil para quienes gobiernan sentados cómodamente
en su confort y no ven las cosas más allá de su entorno. Los “experimentados”
asesores les dirán: que todo camina bien y que su liderazgo sigue intachable, que
la movilización del pueblo responde a intereses políticos (antinversión y antidesarrollo),
que los pulpines son un grupo de jóvenes renegados que están orientados por los
violentistas de siempre; además, dirán que para evitar más movilizaciones se
tiene que imponer la autoridad (bala y sangre), que más de 70% de informalidad
en el país es causa de irresponsables que quieren evadir impuestos, o que a los maestros no se les puede aumentar su
sueldo porque son ociosos y haraganes, que los indígenas y nativos son
ciudadanos de segunda categoría, que los
jóvenes que tienen mil 800 soles deben ir a las universidad y no al Servicio
Militar Obligatorio, que los proyectos mineros en cabeceras de cuenca tienen
que ser explotados por la estabilidad económica. En fin, dirán que estas contradicciones
están lejos muy lejos de ser una realidad.
El 33% de peruanos que
votaron por Humala en el 2006 y 2011 (en la primera vuelta) probablemente se la
haya perdido. Solo le queda un 22% según última encuesta de Ipsos Apoyo que sin
duda son sectores que pueden cambiar de posición según las circunstancias como
se envuelve el gobierno.
Varios analistas como
Augusto Álvarez Rodrich, Mirko Lauer,
César Lévano, Raúl Wiener, Sinecio López, Carlos Tapia; afirman que “quien ha perdido con el cambio del gabinete ministerial es el mismo
gobierno, ha cedido a presiones de líderes de partidos que son considerados los
más corruptos del país, la derecha seguirá imponiendo sus modelos porque aún todavía hay
normas que favorecen a los trabajadores”. Tienen en cartera proyectos de
Ley como: la Nueva Ley del Trabajo que recorta derechos laborales, la
reglamentación de dos paquetes de reactivación económica propuesto por la CONFIEP
–vía el ministro de la Producción Piero Ghezzi y el de Economía Alonzo Segura–;
paquetes tan privatizadores y lobistas que dan carta abierta a las
trasnacionales.
Puede ser tan normal
en un gobierno que ha perdido la brújula y la visión de patria. La no presencia
del fujimorismo y aprismo en llamada “mesa de diálogo” obligó a Humala aceptar
pedido que deslegitima más al gobierno. Al presidente Ollanta no le queda otra
cosa que aceptar tal imposición porque ha perdido al pueblo que lo llevó al
gobierno. Esto se agudiza si tomamos en cuenta que su partido nunca tuvo bases
ni estructura orgánica.
Nadie puede negar que
los errores de los Ministros no son pequeños, pero que es imposible tener otros
resultados cuando estos responden a leyes neoliberales. Urresti estuvo obligado
a utilizar las armas en Pichanaki porque se ha legalizado la criminalización de
la protesta y la impunidad para policías y militares, Otárola defendió la Ley
Pulpín porque así manda la Confiep, Mayorga se convirtió en lobista de
trasnacionales petroleras porque el poder económico actúa mugrientamente, Omonte
legalizó sus empresas mineras porque es propio y libre en la estructura del
gobierno. Ni que decir de los otros ministerios.
Vea las páginas de
los diarios de la ilegal concentración: Alan y Keiko reconocen cambio de los
ministros. Jorge del Castillo afirmó hoy que “iría corriendo a palacio luego de
la destitución de Urresti”, quitaron la censura a la Premier Ana Jara, llaman
buenos ministros a Segura (Economía) y Ghezzi (Producción), y extraordinarias
propuestas las Asociaciones Públicas Privadas (privatización en salud,
educación, carreteras, estadios, aeropuertos, minas, petróleo, agua, energía,
etc.). Como van las cosas, Alan tendrá cancha libre para cuestionar al gobierno
con la finalidad de recuperar adeptos para el 2016, ya no habrá un ministro que
con su embestidura le diga todas sus verdades; por su parte, Keiko seguirá
despachándose en todos los medios como “la gran imagen de la moralidad”, y los
voceros mediáticos seguirán, con el bombo y el platillo, poniendo la agenda hasta
desaparecer del mapa electoral a la pareja presidencial. Todo está planificado.
Con Ollanta hemos
perdido la esperanza de tener un gobierno que encamine las grandes reformas en
favor del pueblo. Hay necesidad urgente de construir la Gran Unidad del Pueblo
Peruano con miras a las próximas elecciones. El prisionero político, Gregorio
Santos, líder del Movimiento de Afirmación Social (MAS) ha confirmado toda su
voluntad. Depongamos intereses personales por los del Perú.
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