Por: Segundo Matta C.
Ha pasado más de un año
de haber asumido Martín Vizcarra la presidencia de la República. Después de una
crisis en las altas esferas del poder político, Pedro Pablo Kuczynski fue
obligado a renunciar a la máxima magistratura del país. El Congreso de mayoría
fujimorista preparaba una vacancia presidencial por audios que comprobaban los
negociados de Palacio de Gobierno con parlamentarios keikistas. Por “azar del
destino” el expresidente regional de Moquegua asumió el mando del gobierno de
Peruanos Por el Kambio.
Nadie se imaginó que
Vizcarra habría tenido entre sus alternativas “calmar a la furia congresal” con
un paquete de reformas que luego lo sometió al veredicto de la población. El
amplio sector del electorado peruano respaldo las propuestas de Vizcarra. Mientras que, parlamentarios oficialistas y
opositores se quedaban con los crespos hechos. Ante un Congreso deslegitimado,
el mandatario buscó posicionarse en amplios sectores de la población. La
corrupción de Odebrecht habría salpicado a los tres poderes del Estado: Ejecutivo,
Legislativo y Judicial. No había otra alternativa que, escuchar a la gente y
asumir retos. Comunicacionalmente la autoridad está obligada a escuchar a la
ciudadanía. Si ésta toma decisiones ciegamente, no sólo debilita a su
representada, sino también, contribuye a una mayor deslegitimación del Estado.
Después de algunos
meses de haber asumido Martín Vizcarra el mando del gobierno nacional se
conoció que dentro del equipo de gabinete de asesores estaba un experto
argentino en Comunicación Política. A nuestro parecer, ayudó mucho a la
legitimación del presidente. Empero, haber estado lejos de la realidad local
limitó su trabajo en otros espacios como: gestión pública y conflictos sociales.
La teoría es importante, pero más importante es el conocimiento práctico de la
realidad.
El 70% de peruanos
están de acuerdo con el adelanto de elecciones. No quieren a la clase política
actual. Consideran que es responsable de la crisis que se ha extendido a todos
los sectores. El repudio no solo va a los políticos tradicionales, sino
también, a los nuevos. Según última encuesta de Datum, Julio Guzmán lidera las
preferencias electorales con 11%, cifra muy pequeña para la enorme
responsabilidad.
Hay una crisis de gobierno que se acentúa como pasa los
días. Las decisiones políticas del presidente Martín Vizcarra de acortar el
mandato presidencial y congresal responden al malestar mayoritario de la gente.
Sin embargo, hay serios vacíos en el manejo de conflictos sociales y gestión
pública.
Si “pechear” al
deslegitimado Congreso de la República y hacer frente a la corrupción le dieron
réditos políticos al presidente Vizcarra, la pobre actuación en los conflictos
mineros “Las Bambas” en Apurímac y “Tía María” en Arequipa, así como, el bajo
nivel de inversión pública podría traerle consecuencias. No estamos hablando de
tanques y botas para reprimir a ciudadanos que se manifiestan en contra de
irresponsables actividades mineras como solicita la derecha reaccionaria, sino
en asumir mayor liderazgo en la solución de los conflictos sociales. Es
irresponsable aprobar concesiones y licencias sin haber socializado antes. Las
prácticas autoritarias y unilaterales quedaron para la historia. La
comunicación ha cambiado. La gente exige no sólo ser escuchada, sino también,
ser considerada en las decisiones importantes del estado. Es momento de poner
en práctica la democracia participativa.
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