Por: Segundo Matta Colunche
#Cajamarca. #NiUnaMenos |
A
pocas horas de la marcha contra la violencia de género en el Perú, una
compañera de Post Grado me hizo llegar el libro: “¿Los Periodistas podemos ayudar? Manual para Periodistas que informan
sobre la violencia de género”, investigación producida en Bolivia por el
Fondo de Emancipación CONEXIÓN.
María
Cecilia Chacón y Boris Miranda, autores de la obra, afirman que, al no tener
referentes en la etapa de formación del periodista reproduce la misma carga
ideológica, política, cultural y social que permitió que este fenómeno sea
parte de la cotidianidad del país. Además, indican que si bien el periodista no
tiene responsabilidad de la violencia de género, sin embargo deben asumir con
responsabilidad en el combate hacia la misma, y para ello, es necesario
despojarse de cargas ideológicas y valores subjetivos que generan violencia.
A
raíz de la protesta legítima en contra de la violencia de género e injusticia
en los órganos competentes, surgió el
debate sobre la desigualdad social (hombre-mujer) y la repercusión que ha
generado el sistema. No escapamos al descontento social, comunicadores y
periodistas. Las notas que se publican (radio, televisión, prensa y redes
sociales) esconden las raíces estructurales de la violencia de género.
“Perpetúan los roles de dominación y subalternización de la mujer hacia el
hombre, cosifican a las mujeres en situación de violencia y neutralizan su
capacidad de acción y libertad de decisiones”, como afirman las intelectuales
bolivianas.
La
violencia de género es producto de las relaciones de poder históricamente
desiguales entre el hombre y la mujer. Y como indican Chacón y Miranda, es una
ofensa a la dignidad humana.
Los
autores, recomiendan a periodistas y comunicadores empezar una cobertura de un
hecho de violencia de género, sin perjuicios, sin complejos y, lo más
importante, ¡sin asignar roles patriarcales! Se debe entender que estos hechos
se deben al entramado ideológico, político y social del sistema neoliberal,
cuya consecuencia es la desigualdad producto de la injusticia social.
En
la cobertura periodística se debe evitar el uso de figuras estereotipadas para
valorar el desempeño de la mujer o la descalificación explícita de algunas
víctimas de violencia. Además, la cobertura periodística debería incluir
información útil que pueda servir para el futuro a otras mujeres. Es decir, la
calidad y decencia periodística debe ser el camino rector, pues el subjetivismo
expresado en anarquía debilita la democracia y genera mayor violencia.
Las
investigadoras, sugieren que los periodistas deben ayudar a desmontar las
estructuras patriarcales y estereotipos machistas mostrando a la mujer en
escenarios fuera de la violencia: Participación política, economía y trabajo,
migración, pobreza, medioambiente, salud, casos emblemáticos de las mujeres que
inspiran y situación de la mujer desde su niñez. La comunicadoras sociales, nos
dicen que, la responsabilidad del periodista más que informar subliminalmente
deben convertirse en un ser de investigación de la realidad y orientador de
sociedades. Cuando hayamos tomado conciencia de nuestra realidad, no habrá
periodistas mercenarios, mentirosos, vulgares, difamadores y mezquinos. En los
medios privados y estatales habrá programas educativos, culturales y de debate
profesional.
Las
multitudinarias manifestaciones del último sábado, no solo han cuestionado la
violencia de género, también han rechazado el sistema de justicia, los
programas mediáticos, la discriminación, la desigualdad; en fin, la lucha
contra el sistema.
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