Por: Segundo Matta Colunche
El presidente
ejecutivo de IPSOS Perú, Alfredo Torres, refresca en su columna (Comercio 01 de
abril), algunos datos que podrían ayudarnos a describir nuestro artículo: “Alberto
Fujimori tuvo 13 gabinetes en diez años; Alejandro Toledo y Alan García,
cinco cada uno; y ahora el gobierno de Ollanta Humala va por el séptimo”.
El pasado lunes en horas de la noche, el Congreso
de la República presidido por la nacionalista Ana María Solórzano, censuró a la
primera ministra Ana Jara Velásquez por reglaje de la Dirección Nacional de
Inteligencia (DINI) a políticos, periodistas, empresarios, dirigentes sociales
y otros. La DINI depende directamente de la Presidencia del Consejo de Ministros
(PCM) y monitoreado políticamente por el Presidente de la República. La censura
a un premier se repite legalmente después de 52 años.
Mirando las cifras, es el gobierno de Ollanta
Humala (2011-2016) el que tiene mayor número de gabinetes hasta la fecha -
todos sacados por la ventana-. Conga en Cajamarca destituyó a Salomón Lerner y
Oscar Valdés, la falta de eficiencia en combatir la delincuencia tumbó a Juan
Jiménez Mayor, la intromisión de Nadine Heredia en asuntos de gobierno obligó a
que César Villanueva presentara su carta de renuncia, el lobbismo de René
Cornejo terminó con su destitución y finalmente el odio y venganza de la
derecha reaccionaria derrotó a Ana Jara. La falta de legitimidad del Gobierno
Central y la ausencia de dirigentes políticos en el “nacionalismo” hizo que el
presidente Humala solo mire de reojo lo que pasa con su principal cuadro
político.
La derecha reaccionaria mediática jugó su papel. Al
igual que la destitución de Urrestí, el de Ana Jara también tuvo ribetes de
odio y venganza. La presión del diario El Comercio y sus voceros obligan a
Humala a elegir ministros de su gusto, defensores del modelo, lobistas por
antonomasia y clásicos mercenarios del poder económico. A Humala le dictan la
plana, digitan desde el Gran Capital lo que debe hacer y que ministros poner. Hasta
hace unos días se barajaban los nombres de: Freddy Otárola, Beatriz Merino,
Pedro Cateriano, Milton von
Hesse, Martín Vizcarra, Lourdes Flores, Mario Vargas Llosa, etc. Todos van por
separado –perfil técnico pero sin perfil político o viceversa–. Humala ha
optado por el enroque, elegiendo a Pedro Cateriano (Ministro de Defensa en el
gabinete Ana Jara) como Premier.
A estas alturas ya no es secreto que el presidente Ollanta Humala no
gobierna, solo es máscara para la foto. La estrategia de la derecha
reaccionaria es desparecerlo a él y sus correligionarios, los pocos que quedan.
Humala ya no los representa y les es peligroso para sus intereses. Al otro lado
de la orilla, el pueblo, tampoco confía en el presidente y su entorno, sienten
que los ha traicionado y que se ha arrodillado al poder económico y las
trasnacionales. Estamos ante un gobierno que está en el limbo. Su oscurantismo
político lo ha llevado a que la soberbia siga siendo presa de su mal utilizada
investidura.
Basta recordar que hace unas semanas, en Jaén, el presidente Humala
demostró lo perdido que está cuando declaró: “…me dicen que falta 70 millones para culminar el hospital de Jaén, yo
les he dado la plata, mejor sería hacerlo nosotros, y si alguien ha robado voy
a ponerles la Contraloría, encargo al congresista Llatas”. Adelantó opinión
sin conocer la verdad, dio a entender que el dinero es de él y no de todos los
peruanos, y finalmente que maneja los órganos de Control como fuera su
propiedad. No señor Humala, el dinero para la construcción del Hospital está
garantizado, su implementación y funcionamiento depende del trabajo conjunto de
los sectores del Ministerio de Salud, Gobierno Regional Cajamarca, Dirección
Regional de Salud, Hospital de Jaén y Sociedad Civil. Además, desde el inicio
de la construcción de la emblemática obra hay un seguimiento permanente por los
Órganos de Control y Fiscalización. No hay nada que esconder y si las hubiera,
está la justicia para la sanción correspondiente.
Ya lo dijo alguna vez Carlos Marx: “La
historia tiende a repetirse, unas veces como tragedia otras como comedia”.
Ollanta Humala, el otrora admirador de Velazco terminó siendo un remedo barato
de Morales Bermúdez. Francamente señor Humala, usted más que cólera da pena.
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