Por. Segundo Matta Colunche
El gobierno del dictador Alberto
Fujimori es catalogado como el más corrupto de la historia. Difamaciones, mentiras
y agresiones físicas se repiten en Cajamarca por parte de sus retoños.
Con
lástima recordamos las fiestas patrias del 2000; de todos los rincones del
país, el pueblo peruano se concentró en Lima los días 26, 27 y 28 de julio, en
la llamada “Marcha de los Cuatro Suyos”, acción que permitió derrocar a la
dictadura. Una fuerte lucha contra un régimen manchado con sangre. Fujimori y
sus séquitos actuaban impunemente amasando grandes fortunas producto de la
corrupción. Las movilizaciones fueron multitudinarias que según varios
investigadores fueron las más importantes durante las últimas décadas.
El
asesor presidencial fujimorista, Vladimiro Montesinos, consiguió que se
infiltraran agitadores profesionales en el medio de la marcha que dejó de ser
pacífica cuando, bloqueados por la policía, pequeños grupos comenzaron a
saquear el centro de la ciudad. La sede del Banco de la Nación fue incendiada como
consecuencia de una explosión que posteriormente se descubrió que fue provocada
desde el interior del inmueble, en ella se encontraban 6 guardias de seguridad,
los cuales murieron intoxicados por el humo. Todo dirigido desde el gobierno.
Casos
más extremos sucedieron como secuestros, desapariciones forzadas, esterilizaciones,
persecuciones y continuas difamaciones mediáticas a través de sus diarios
chicha. Son huellas atroces e imborrables que se cometieron durante 10 años. Prácticas
fujimontesinistas vuelven a aparecer en Cajamarca.
Si
estas prácticas traen al recuerdo el desastroso régimen del fujimontesinismo,
no queda otra cosa que rechazar todas aquellas que intenten contra la vida, la democracia
y la libertad. Una Nueva Constitución Política, podría asegurar la pasificación
del país y mejores condiciones de vida para los excluidos de siempre. Contraria
a ella solo avivaría descontento e injusticia.
Lo
descrito líneas arriba, nos recuerda lo ocurrido ayer en las alturas de Conga,
lugar a donde llegaron miles de ciudadanos de Cajamarca, Bambamarca y Celendín.
El largo tiempo de traslado de los campesinos tenía el único propósito de
defender sus lagunas y cabeceras de cuenca de la voracidad minera, y con ello
asegurar el futuro de las generaciones. Cabe destacar que todo ocurría en forma
pacífica, no existía ni siquiera visos de acciones violentas; cuando de lejos
se pudo observar una torre de transmisión de una empresa de telecomunicaciones que
prendía en llamas. Sospechoso verdad, todos los ciudadanos se concentraban en
dos frentes debidamente ordenados atentos a la disciplina que les ha enseñado
la organización ronderil. Entonces ¿quiénes incendiaron ésta torre? ¿Fueron los
campesinos que no habían llegado a este lugar o fueron los francotiradores de Yanacocha
que quisieron distorsionar una correcta y multitudinaria movilización?
Hay
algo más para recordar, fue durante la época fujimontesinista y el gobierno local de Luis Guerrero, en que
se entregó carta abierta a Yanacocha para que opere impunemente en la región.
Los lazos entre el fujimontesinismo y Yanacocha son históricos, por tanto sus
prácticas responden a esa indeseada actitud antidemocrática.
Tampoco
extraña las actitudes matonescas del congresista Ramírez producidas hoy en el Hospital Regional
Cajamarca, quien orientó a su seguridad para que agrediera físicamente a la
directora Magda Gonzáles y al gerente de Desarrollo Social, Marco Gamonal
Guevara, en momentos en que pacientes y familiares de estos le reclamaran que
gestione presupuesto para la implementación del nosocomio cajamarquino.
El
parlamentario de careta fujimorista trasladó a la prensa, utilizó a algunos
trabajadores para ingresar autoritariamente al hospital y sin las mínimas
medidas del protocolo de seguridad ingresó a áreas protegidas como neonatología,
esterilizaciones, pos operatorio y traumashok, generando contaminación y
atentado contra la intimidad de los pacientes.
Las
prácticas fujimontesinistas son evidentes al generar violencia y acusar a las
organizaciones, mentir y difamar protegiéndose en la impunidad parlamentaria, y
comprar prensa para distorsionar la verdad. En la época de la dictadura la mayoría
de medios serviles al gobierno se callaron por todos los idiomas sobre las
esterilizaciones forzadas a las madres pobres,
asesinatos y secuestros; es probable que los medios adictos a Yanacocha y al fujimorismo
hagan lo mismo con lo sucedido ayer en Conga y hoy en el Hospital Regional de
Cajamarca. Estamos alertados, adelante a defender la dignidad de nuestro pueblo.
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