Las protestas en Cajamarca tras diez meses de resistencia ininterrumpidas (un año en total), tras dos (o tres) estados de emergencia, tras cinco muertos y decenas de heridos y detenidos, han tenido poca acogida en la ciudad.
Fue a finales de septiembre de este año en el Costa del Sol, el hotel más lujoso de la ciudad de Cajamarca, donde el ex ministro fujimorista Absalón Vásquez, sentenciado a siete años de prisión por dirigir una masiva falsificación de firmas, cuya condena fuera anulada luego por la Primera sala Penal transitoria de la Corte Suprema, presentara su libro de investigación con el largo título de tesis universitaria: “Cosecha de agua de lluvia en las laderas semiáridas de la sierra y su impacto en el proceso de desertificación y cambio climático”.
Por Ybrahim Luna
El libro fue presentado previamente en la provincia cajamarquina de Chota. En lo correspondiente a la actividad minera en Cajamarca, Absalón refirió: “en esta región se puede generar una mejor convivencia entre la minería y la agricultura”.
Para muchos, este acto público fue el primer acto político del fujimorista para tentar nuevamente la gobernatura regional de Cajamarca. Como se recuerda, Absalón Vásquez ya intentó una vez esta posibilidad con la "Alianza Cajamarca Siempre Verde-Fuerza 2011", siendo tachado por el JNE (Jurado Nacional de Elecciones) a través de una resolución donde se señalaba que Vásquez estaba impedido de ser candidato ya que no pudo acreditar haber vivido tres años continuos en la región, además de registrar antecedentes penales por una sentencia de la Tercera Sala Penal Especial de Lima, del 16 de febrero del 2007, por el delito de peculado, imponiéndosele cuatro años de pena privativa de libertad, suspendida en su ejecución”.
Para nadie es un secreto que el fujimorista Absalón Vásquez será la ficha más fuerte el 2014 para intentar frenar el propósito de relección del actual presidente regional Gregorio Santos, e impulsar los proyectos mineros que están suspendidos actualmente.
Absalón Vásquez, como fujimorista y ministro de Agricultura, posee aún cierto arraigo popular en las zonas rurales de Cajamarca, siendo su reto quitarle el norte de la provincia a Santos. Está demás decir que Vásquez tiene la simpatía de la mayoría de empresarios locales que ven con animadversión a Santos.
La imagen de Gregorio Santos ha sido duramente golpeada en estos últimos meses, y ya no solo para la gente Lima, sino para los mismos cajamarquinos. Y no necesariamente por las denuncias asociadas a los famosos “goyoaudios”, sino por otras actitudes.
Los primeros resquebrajamientos de la imagen de Goyo se dieron cuando anunció el inicio de la recolección de firmas para inscribir su partido político de alianzas el MAS (Movimiento de Afirmación Social- Patria Roja) en la calurosa ciudad de Lambayeque, asegurando que retomaría la tan desprestigiada “gran transformación” en un proceso con obvias miras presidenciales, en momentos en que Cajamarca atravesaba un terrible proceso de desabastecimiento de agua. Sin duda el momento menos oportuno de todos.
La población esperaba tener a Goyo en el reinicio de las protestas cuando se levantó el último estado de emergencia, pero en esta oportunidad su actitud fue más cauta, lo que mucha gente interpretó como “sospechoso silencio”.
Ya inconformes con la actitud de Santos al manifestar sus intenciones políticas, al no estar activo en el reinicio de las protestas y al no haber estado al frente del reclamo por la escasez de agua, para muchos cajamarquinos no fue difícil asumir la verosimilitud de las denuncias en su contra por malversación de fondos y tráfico de influencias.
Es cierto que la campaña de desprestigio contra Santos viene de los mismos sectores mediáticos que atacaron Humala durante la campaña, pero eso no lo blinda y menos exime del deber de responder por lo que se le acusa. El silencio y la evasión nunca han sido las mejores tácticas de defensa. Santos viene siendo investigado por todas las instituciones posibles, desde la Contraloría (que ya tiene casi un año en el Gorecaj) hasta el mismo Congreso de la República.
Las protestas en Cajamarca tras diez meses de resistencia ininterrumpidas (un año en total), tras dos (o tres) estados de emergencia, tras cinco muertos y decenas de heridos y detenidos, han tenido poca acogida en la ciudad. Quizá porque responden a procesos sociales muy difíciles de explicar (Choropampa, Combayo, Quilish), o quizá por simple cansancio.
Como se especulaba desde un inicio, el conflicto se definiría en las mismas zonas de influencia. Ahora que comuneros acampan en los alrededores de las lagunas Azul y Namococha soportando lluvias y temperaturas bajo cero, rotándose constantemente desde hace unas semanas en que se cumplieran los quince de días del ultimátum que las rondas de Bambamarca le dieran al proyecto minero Conga, las cosas se ponen más tensas mientras se afianzan esos asentamientos humanos de resistencia civil que crecen día a día con la visita de voluntarios de las demás provincias.
La cantidad de efectivos de la Dinoes que los resguardan es impresionante. El Estado debe estar pagando bastante bien las horas extras de las fuerzas del orden que, según la opinión de muchos cajamarquinos, deberían mejor estar brindando seguridad en la zona del VRAEM.
Conga no se ha paralizado y los reservorios que son parte fundamental de su proyecto de explotación se siguen construyendo en la zona de Chailhuagón, San Nicolás, donde las mineras tienen mayor control sobre la gente de su zona de influencia, y los saben los ministros, el presidente Ollanta Humala y los cajamarquinos.
Pero nadie sabe a ciencia cierta cuál será el futuro de todo esto. Lo que es seguro y está demostrado es el rechazo que tiene el proyecto minero en la ciudad y el campo. La condición de desprestigio de Goyo o el hecho de que poca gente salga a las marchas contra Conga no significa que el proyecto ya goce de aceptación social.
Es más, en una reciente encuesta encargada a una universidad cajamarquina se confirmó que el rechazo a Conga sigue siendo altísimo, con un 73% en promedio (que no cambiará su opinión por nada), y un 80% en la zona rural que representa la mayor parte de Cajamarca. No por la poca presencia de gente protestando en las calles, en estas épocas de lluvia, significa que el pueblo haya cedido; pero hay tiempos, clímax y reposos en los fenómenos sociales.
A estas alturas una de las hipótesis más sólidas es que un sobreviviente Gregorio Santos y un reincidente fujimorista Absalón Vásquez (si no lo tachan) estarán definiendo el 2014 el futuro del proyecto minero Conga en una de las más candentes contiendas electorales que la región Cajamarca haya visto en su historia.
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